Me enfado cuando mis opiniones y mis decisiones son cuestionadas y rechazadas.
Uno de los patrones del ego es reaccionar con irritación, molestia, resentimiento o ira cuando alguien no aprueba o acepta, ignora, rechaza, cuestiona o no le gustan nuestras opiniones y elecciones. Esto se debe a que nuestro ego lo percibe como una amenaza para nosotros mismos, como un rechazo o disminución de nosotros mismos y de nuestro valor.
Que reaccionemos o no y con qué intensidad depende de lo fuerte que sea nuestra autoconfianza y autovalor, de lo significativo que sea el tema para nosotros y de lo identificados y apegados que estemos a él, de lo valiosa que sea esa persona para nosotros y de nuestro estado energético y psicológico en ese momento.
Una cosa es, por ejemplo, que se cuestione o no se acepte nuestra religión, y otra una fruta que nos guste.Una cosa es ser cuestionado y que nuestra opinión sea devaluada o rechazada por alguien que no conocemos o no valoramos como importante, y otra cosa es ser cuestionado por alguien a quien valoramos y queremos que tenga una buena opinión de nosotros o apruebe nuestras opiniones o elecciones. La forma de reaccionar también depende de cómo la otra persona cuestione o rechace nuestra opinión o elección.
No me digas lo que tengo que hacer
También ocurre que nos irritamos, molestamos o enfadamos cuando alguien nos aconseja o nos dice las consecuencias de nuestras elecciones y acciones porque nuestro ego lo percibe como una amenaza, un rechazo, una devaluación y una opresión.
Es decir, en lugar de escuchar con la mente abierta para valorar si lo que nos dicen es cierto y puede ayudarnos a corregir nuestros errores y evitar consecuencias dolorosas, nuestro ego se siente amenazado y reacciona irracionalmente como si fueran las palabras de los demás las que nos perjudican y no nuestras propias elecciones y acciones. Además, nuestro ego puede defender furiosamente lo que cree o hizo como si fuera una cuestión de vida o muerte, provocando tensión y confrontación.
En realidad, escuchar con calma algo (aunque nos parezca falso en ese momento) no puede perjudicarnos en absoluto y más tarde si queremos podemos examinarlo con detalle para ver si tiene algún valor para nosotros.