SAT-DARSHANAM
CUARENTA VERSOS SOBRE LA REALIDAD
Por
SRI BHAGAVAN RAMANA MAHARSHI
EL TEXTO
1.
Puesto
que nosotros vemos el variopinto mundo,
una sola fuente, con poderes ilimitados, ha de ser
aceptada.
El veedor, lo visto, la pantalla sobre la que es
proyectado, la luz,
son todos sólo Él, el Uno.
2.
Todas las
religiones comienzan con la existencia del
individuo, el mundo y Dios.
Mientras dure el ego éstos tres permanecerán
separados.
Morar, sin ego, en el Sí mismo, es lo mejor.
3.
¿De qué
utilidad son las disputas tales como
«el mundo es real», «no, es un espejismo»,
«es energía consciente»,
«no, es materia», «es felicidad», «no, es
sufrimiento»?
Morar en el exaltado estado donde ni el
ego ni el mundo existen, es aceptable
para todos.
4.
Mientras
uno piensa que tiene una forma, el mundo
y Dios también tienen formas.
Cuando uno es el Sí mismo sin forma, ¿quién hay para
ver?
Ello mismo es el Ojo, completo, sin límites.
COMENTARIO
Las
palabra crucial en el verso 1 es «puesto que», con la que comienza el verso.
Puesto que en nuestra visión, el individuo y el mundo están separados, un creador
con variados poderes ha de ser necesariamente aceptado. Ramana advierte en la
segunda mitad de este verso que, aunque el mundo consiste en innumerables
nombres y formas, el creador y Su creación no están separados. «Si el éter, el
aire, el fuego, el agua, la tierra y todos los seres vivientes no son nada sino
tú y sólo tú, ¡Oh luz pura, única y omniabarcante!, ¿cómo puedo yo estar
separado y alejado de ti?»[1]
Ramana
señala, repetidamente, la futilidad de las meras disputas filosóficas. La discusión
de si el individuo, el mundo y Dios son uno solo, o si son tres y siempre
separados, se trata en el verso 2. Él se refiere después a las argumentaciones
relativas a la naturaleza del mundo en el verso 3, y lo continúa refiriéndose
en el verso 4 a la cuestión de si Dios tiene forma o es sin forma.
Posteriormente, en los versos 19 y 40, se cubren también los argumentos
filosóficos relativos al libre albedrío y al destino, y la naturaleza de la
liberación. Los versos 33 y 34 tratan de otros argumentos librescos, basados
meramente en la erudición. Por consiguiente, estos siete versos forman un
grupo.
Se
advertirá que la segunda mitad de cada uno de estos versos dirige la atención
al estado donde el ego se sumerge en el Sí mismo, pues todas las escuelas de
pensamiento, centradas en la mente, no son más que «necedad instruida», y
llegan a un final automático cuando uno es el Sí mismo.
Puede
mencionarse que en el verso 4, Bhagavan indica también que la visión no puede
ser diferente del veedor. Uno no puede estar arraigado en la idea del cuerpo, y
al mismo tiempo negar la forma al mundo y a Dios.
5.
El cuerpo
está constituido de cinco envolturas.
El cuerpo y el mundo co-existen.
¿Cómo puede alguien ver el mundo, a menos que tenga
un cuerpo?
6.
El mundo
es en la forma de los cinco sentidos, como
el sonido.
Estos sentidos son conocidos a través de los cinco
órganos de los sentidos.
Sólo la mente percibe el mundo a través de estos
órganos de los sentidos.
Por consiguiente, el mundo es sólo la mente.
7.
Aunque
tanto la mente como el mundo surgen
y se sumergen juntos, es la mente la que
ilumina al mundo.
La fuente de la que el mundo y la mente
surgen y en la que se sumergen, es la
Realidad, que no surge ni se sumerge.
8.
La
adoración de lo Supremo, bajo cualquier nombre y bajo
cualquier forma,
es una ayuda para la visión de Ello.
Sin embargo, la verdadera visión es sumergirse y morar
en
la Realidad.
COMENTARIO
Las cinco
envolturas a las que se hace referencia en el verso 5 son Annamaya (grosera),
Pranamaya (vital), Manomaya (mental), Vignanamaya (intelectual) y Anandamaya
(feliz). Todas ellas se incluyen en el término de «cuerpo». «Una analogía
adecuada para las cinco envolturas sería la de un pañuelo de cabeza perfumado.
Tiene material, textura, dimensión, color, y aroma, correspondientes a las
cinco envolturas. Pero los cinco no son distintos uno de otro. Coexisten juntos
en cada fibra del pañuelo. Similarmente, las cinco envolturas están integradas
juntas en el Sí mismo».[2]
En el
verso 7, Bhagavan da un nuevo vislumbre sobre la mente. Surge del Sí mismo, de
lo Real, y se sumerge en Ello. Hay una submersión de la mente en el sueño profundo,
y una emergencia de ella en la vigilia. Esta importante clave para rastrear la
mente hasta su fuente es dada sólo por Ramana.
Aunque el
Supremo no tiene ningún nombre ni forma, no obstante, su adoración a través de
un nombre o forma particulares también da una visión de lo Supremo. Ramana
señala, en el verso 8, que la visión de Dios o lo Supremo no es lo mismo que la
permanencia en el Sí mismo, lo cual sólo tiene lugar cuando uno sumerge su
individualidad en lo Real. Esto necesita una pequeña explicación, y podemos
referirnos útilmente a una conversación registrada en las «Conversaciones».
Dios es todo lo que es, más lo Real —de la misma manera que «yo» significa el
individuo más lo Real, y el «mundo» significa variedad más lo Real.[3]
«La realidad
detrás del individuo y Dios es la misma»[4], y sólo la inherencia
en esta realidad es la visión de la Verdad.
9.
Cuando el
individuo, para quien la dualidad y la trinidad
existen,
es rastreado, éstas se sueltan y caen.
Entonces todo movimiento mental cesa para siempre.
10. ¿Puede haber
conocimiento sin ignorancia?
¿Puede la ignorancia existir sin el conocimiento?
Buscar la fuente del individuo a quien
pertenecen,
y morar ahí, es verdadero conocimiento.
11. ¿Puede el
conocimiento de todo, sin el conocimiento
del Sí mismo, ser verdadero conocimiento?
El conocimiento del Sí mismo, que es el soporte del
conocedor y lo conocido,
destruye la pareja de conocimiento e ignorancia.
12. Ni el sueño profundo
ni la cognición de los objetos es
conocimiento.
En el verdadero estado, que es diferente de ambos,
no hay ningún conocimiento de objetos;
sólo brilla la consciencia.
Por tanto, no es un vacío.
COMENTARIO
Lo que
distingue a las enseñanzas de Bhagavan es Su enfoque sobre lo familiar, eso que
es parte de nuestra experiencia diaria, el «yo», el individuo. Pues en la
comprensión de la verdadera importancia de este «yo», está la clave del
descubrimiento de la verdad.
Los
versos 9 y 10 introducen el tema de Vichara, o la indagación centrada en el
«yo». El «yo» no puede soportar la atención indagadora, y la garra del profundo
hábito de identificar al «yo» con el cuerpo se soltará. Una tal indagación
tiene el efecto de volver la mente hacia dentro y de retrotraerla a su fuente,
la consciencia. En adelante, el «yo» cae, por así decir, dejando sólo la
sensación de «yo» como una vibración continua del Corazón.
El verso
11, que recalca la supremacía del Auto-Conocimiento, nos recuerda un verso del
Anma Viddai, donde Bhagavan se refiere a la futilidad de conocer todo lo demás,
y ser consciente de la realidad sobre uno mismo. Mientras uno considere al «yo»
como separado e independiente, uno sólo puede estar en un estado de ignorancia.
El veedor, lo visto y el acto de ver, serían considerados también como
distintos uno de otro. «A aquel para quien el sujeto no es diferente del Sí
mismo, el objeto y la cognición tampoco aparecen diferentes del Sí mismo. A
aquel para quien el sujeto es diferente del Sí mismo, el objeto y la cognición
también aparecen diferentes del Sí mismo».[55][5]
Al sueño
profundo se hace referencia en el verso 12, pues los objetos son no-existentes
para «el que duerme profundamente». En el estado de vigilia los objetos son percibidos.
El verdadero estado es diferente de ambos, pues en ese estado aunque los
objetos son aprehendidos, no distraen a la mente. Este verso también niega
categóricamente la teoría de que el estado supremo es un vacío, y afirma que,
al contrario, es un estado en el que la consciencia brilla resplandeciente.
13. La consciencia, el Sí
mismo, es Real.
La multitud de las formas no pueden existir aparte de
él.
¿Pueden los diferentes ornamentos existir por sí
mismos?
¿Acaso son aparte del oro?
14. Sin el «yo» las
personas segunda y tercera
no pueden existir.
Cuando el «yo» se sumerge a través de la indagación
sobre
su fuente,
las personas segunda y tercera también desaparecen.
Nuestro propio estado natural, brilla.
15. En su tiempo, tanto
el pasado como el futuro son sólo el
presente.
¿No es como para reírse el que se discuta
acerca del pasado y el futuro, sin darse cuenta del
presente?
¿Puede uno contar sin el número uno?
16. ¿Puede haber espacio,
puede haber tiempo, excepto para
mí?
El espacio y el tiempo me atan, sólo si yo soy el
cuerpo.
Yo no estoy en ninguna parte, yo soy sin tiempo.
Yo existo por todas partes y siempre.
COMENTARIO
Para una
mejor comprensión del verso 13, uno tiene que tener claro el significado de los
términos «Real» e «Irreal». Eso que existe siempre, no está sujeto a cambio, y
es auto-luminoso, es lo «Real». Eso que es transitorio y cambiante, y que
depende de algún otro para funcionar, es «Irreal». Tomando la ilustración del
cuerpo, uno es consciente de él sólo porque la luz del Sí mismo lo penetra.
En el
verso 13 se afirman dos proposiciones, a saber, que sólo la consciencia es
Real, y que nada puede existir independientemente de ella. Percibir el mundo
como constituido de múltiples formas sólo es ignorancia. Pero incluso esta
ignorancia no puede existir aparte de lo Real. Para demostrar este punto se da
la analogía de los ornamentos, que no tienen ninguna realidad aparte del oro
del que están hechos. Esta analogía también la da Bhagavan en otra parte.
«¿Existe un ornamento de oro aparte del oro? ¿Puede el cuerpo existir aparte
del Sí mismo?» El ignorante piensa, «Yo soy el cuerpo». El iluminado sabe «Yo
soy el Sí mismo»[6].
Puede
advertirse que el verso 14 forma parte de un mismo grupo con los versos 23, 27,
28, 29, 30. Todos estos versos tratan de la práctica de la auto-indagación, tal
como la enseñó Sri Ramana.
Uno
podría preguntar, «¿Cuál es la eficacia de la indagación sobre la fuente de
“yo”?» Anteriormente, en el verso 7, se ha mencionado que la fuente de la mente
es el Sí mismo. La mente y «yo» son idénticos, pues la mente es sólo un paquete
de pensamientos centrados en el «yo». Una indagación sobre la fuente del «yo»
tiene el efecto de introvertir la mente, de sumergirla en su fuente consciente,
el Sí mismo.
Además,
en los textos de las escrituras que tratan el dicho de las Upanishads «Yo soy
Eso», el énfasis recae sobre «Eso», sobre su naturaleza como existencia,
consciencia y felicidad. Bhagavan traslada el foco desde «Eso» al «Yo soy».
Pues, al encontrar la verdad sobre uno mismo, uno es naturalmente «Eso».
En el verso 15 se señala la importancia del «presente», que es el único
tiempo verdadero. Las indagaciones «¿quién soy yo?», y «¿de dónde soy yo?»
permiten vivir en el presente, al impedir el movimiento del pensamiento.
En el verso 16, la pregunta «¿somos nosotros el
cuerpo?» se formula para hacernos reflexionar si nosotros somos lo que creemos
que somos. La respuesta de que nosotros no somos el cuerpo está también
implícita en este verso. Puesto que uno es «Eso», las limitaciones del tiempo y
el espacio no pueden aplicarse a nosotros.
17. Tanto el sabio como
el ignorante consideran al cuerpo como
«yo».
El ignorante limita
el «yo» al cuerpo.
Para el sabio, el Sí
mismo brilla en el corazón,
sin límites,
incluyendo el cuerpo y el mundo.
18. Para el ignorante y
para el sabio, el mundo existe.
El ignorante considera que sólo el mundo es real.
Para el sabio, la fuente sin forma de lo
visto, es real, completa.
19. La controversia sobre
si el destino es más fuerte que
el libre albedrío o viceversa,
es sólo para aquellos que no conocen su propia fuente.
Aquellos que conocen al individuo a quien
pertenecen (el destino y el libre albedrío),
permanecen intocados por ellos.
20. Ver a Dios como
aparte del veedor, es sólo una
imagen mental,
puesto que Dios no está separado del veedor.
Morar en el equilibrio del Sí mismo
es verdadera visión de Dios.
COMENTARIO
En los versos
17 y 18, Bhagavan explica la diferencia entre el ignorante y el sabio. Ramana
dice, «¿Puede el cuerpo ser la “consciencia de yo”? No estaba antes de nacer,
está compuesto de cinco elementos, está ausente en el sueño profundo… por
consiguiente, deja a un lado el cuerpo insenciente como si fuera verdaderamente
un cadáver»[7]. Además, según Su punto
de vista, atribuir realidad al mundo, es sólo ignorancia. Por consiguiente, es
necesario hacer la pregunta «¿en qué sentido dice Bhagavan que para el sabio
también existe el cuerpo, y que el mundo es también real para él?» Tenemos la
respuesta en un verso anterior, el verso 7, donde Bhagavan ha señalado, como
fuente de la mente, del «yo» y del mundo, al Sí mismo, del que surgen y en el
que se sumergen. Puesto que nada puede existir aparte del Sí mismo, el cuerpo y
el mundo están también en el Sí mismo. Sólo en este sentido tienen realidad
para el sabio.
Bhagavan
no pierde nunca la oportunidad de indicar la urgente necesidad de la
auto-indagación. Esto lo hace de nuevo en los versos 19 y 20. Cualquier
controversia sobre el dominio de Dios o la libertad del hombre sólo pueden
tener sentido para el individuo. Así pues, Bhagavan dice que la investigación
en la fuente de aquél con quien se relacionan el destino y el libre albedrío,
acabará con tales dudas. Una tal indagación le permite a uno funcionar desde el
Corazón, libre de las controversias distrayentes.
Los
versos 20, 21 y 22 tratan de la pregunta, «¿qué es la verdadera visión de
Dios?» Sólo la submersión de la propia separatividad de uno en el Sí mismo es
verdadera visión de Dios.
21. Las escrituras
declaran «ve al Sí mismo», «ve a Dios».
No es fácil comprender estas ideas.
Puesto que el Sí mismo es Uno no puede ser visto.
¿Cómo puede uno ver a Dios? Sólo deviniendo
alimento para Él.
22. Dios ilumina la mente
y brilla dentro de ella,
invisible.
¿Cómo entonces puede uno conocer a Dios a través de la
mente?
Sólo volver la mente hacia adentro y fijarla en Él,
es tener Su visión.
23. El cuerpo no dice
«yo».
No hay nadie que diga «yo» en el sueño profundo.
Cuando el «yo» surge, todo surge.
Encuentra con agudo intelecto, ¿de dónde viene este
«yo»?
24. El cuerpo es
insenciente, el Sí mismo no surge.
Dentro del límite del cuerpo un «yo» surge,
entre el cuerpo y el Sí mismo. Es llamado
«ego», «nudo de materia y espíritu», «esclavitud»,
«cuerpo sutil», y «mente».
COMENTARIO
La idea
del verso 21 se comprende más fácilmente si se lee junto con el verso 33. La
pregunta sería «¿qué se entiende por el Sí mismo?» Si hubiera dos sí mismos, el
veedor y lo visto, el problema no surgiría. Sin embargo, el Sí mismo es uno, y
él mismo es el veedor y no lo visto. Puesto que el Sí mismo y Dios son
idénticos, si uno «ve a Dios», también «ve al Sí mismo». Este «ver» a Dios se
obtiene cuando uno deviene alimento para Dios, cuando el ego se sumerge en lo
Real.
La
felicidad de tal unión con Dios es descrita por Ramana así: «Conforme
profundizas cada vez más, devienes un mero centro, y después ni siquiera eso,
pues devienes mera consciencia… es una inundación; eres tragado vivo, devienes
la cosa misma que te traga»[8].
La
limitada luz de la mente, derivada ella misma de Dios, no puede comprehender a
la luz total y omniabarcante. En el verso 22 se aclara que la introversión de
la mente es un prerrequisito esencial para la visión de Dios. «Vuélvete y mira
dentro, busca siempre al Sí mismo con el “ojo” interno, y lo verás»[9].
Los
versos 23 y 24 tratan del ego. Ramana es único en cuanto a darnos una
comprensión de la naturaleza del ego, así como al proporcionarnos una vía
segura para su submersión. Anteriormente, en el verso 14, Bhagavan se ha
referido a la utilidad de una indagación dirigida a encontrar la fuente del
ego. Así mismo, en otro lugar, ha recalcado esto fuertemente: «Ha de indagarse
en la fuente del pensamiento “yo”… Cuando se busca la fuente, el ego se sumerge
en ella, y lo que queda es sólo el verdadero Sí mismo, en toda su plenitud»[10]. La pérdida del ego en
el Sí mismo es como la submersión del río en el mar.
El verso
24 es la contribución especial de Bhagavan a la comprensión del ego. Señala que
el ego o el «yo» es sólo un nexo entre el Sí mismo y el cuerpo. Por
consiguiente, participa de las características del Sí mismo, es decir, de la
consciencia, y de las del cuerpo, es decir, de la materia. Visto bajo esta luz,
es el puente para retornar a nuestro estado natural de consciencia y felicidad.
El corte del nudo, o del nexo con la materia, tiene lugar a través de la
indagación, tal como la enseña Bhagavan. La garra de la materia producida por
la extroversión de la mente, se suelta y elimina a medida que la mente adquiere
fuerza para volverse hacia dentro y permanecer sumergida en su fuente.
25. Nacido de formas,
enraizado en formas,
alimentándose de formas, siempre cambiando sus formas,
él mismo carente de forma, este fantasma del ego
llega hasta sus raíces con la indagación.
26. Con la emergencia del
ego, todo emerge;
con su submersión, todo se sumerge.
Por consiguiente, el ego es todo.
Rastrear es la vía a la victoria sobre todas las
cosas.
27. El «yo» no surge en
el estado real.
La búsqueda de la fuente del «yo» lo disuelve.
¿De qué otro modo puede uno alcanzar el supremo estado
del
propio Sí mismo de uno?
28. Descubrid la fuente
real del ego,
explorando dentro, con intelecto agudo,
regulando el soplo, el habla y la mente.
Lo mismo que uno haría para recuperar una cosa que ha
caído en un pozo profundo.
COMENTARIO
En el
verso 25, el ego es descrito como un fantasma debido a que no tiene ninguna
forma suya propia, sino que, por así decir, no deja de cambiar de forma. Aunque
señala que sólo la auto-indagación es el medio directo para el conocimiento de
uno mismo, Bhagavan dice, «El ego puede tomar formas diferentes y cada vez más
sutiles en diferentes etapas de nuestra práctica, pero él mismo nunca es
destruido»[11]. Por consiguiente,
señala que a través de las disciplinas mentales no será posible eliminar al
ego. Sólo una indagación en cuanto a la fuente del ego dará como resultado su
submersión.
En el
verso 26, la auto-indagación es etiquetada como «la vía más victoriosa», pues
permite la conquista del ego, que es considerada imposible. Todas las vanidades
humanas están centradas alrededor del ego. Puesto que la submersión del ego en
su fuente le permite a uno funcionar desde el Corazón, libre del ego; esto es
realmente renunciar a todo.
Las escrituras declaran, «Yo soy Eso». ¿Qué significa esto? Se dice en
el verso 27, que es el estado en el que el «yo» no surge. Uno es Eso cuando el
ego está sumergido en su fuente.
La expresión
«Gaveshana» utilizada en este verso está diciendo que cuando el ganado se
descarría, el pastor lo buscará y lo traerá de vuelta al rebaño. Similarmente,
cuando la mente se descarría y se externaliza, es retrotraída por la búsqueda
de su fuente.
El verso
28 es un verso importante, pues trata de la práctica de la auto-indagación. Una
y otra vez, Bhagavan aclara que la única vía segura de disolver el ego es
buscar su fuente, preguntarse ¿de dónde surge?
Esto
retrotraerá el ego al Sí mismo, su fuente. Esta indagación necesita también un
sumergirse en uno mismo, con toda la mente recogida como el buceo determinado
para recuperar una cosa que ha caído en el agua. También se sugiere la
regulación del soplo, porque la respiración y la mente tienen una fuente en
común, el Sí mismo. Por consiguiente, la quiescencia de la mente se produce
automáticamente prestando atención al soplo. «El control del soplo significa
meramente observar con la mente el flujo de la respiración»[12]. En el Ramana Gita,
hay un verso correspondiente: «Entra en el Corazón con una mente que indaga o
profundizando dentro o a través del control del soplo, y permanece en el Atman»[13].
En el
verso 28 se menciona específicamente lo que es la búsqueda. Es encontrar la
fuente del ego, donde se sumergirá si tal indagación es proseguida
diligentemente. En otro lugar, Bhagavan da la analogía de un buscador de
perlas, que atando una piedra a su cintura, se sumerge en el mar, y recupera
las perlas del lecho marino. Y agrega, «Así pues, todo aspirante, comprometido
con Vairagya, puede sumergirse profundamente en sí mismo y realizar el precioso
Atman»[14].
La
expresión, «sumergirse» es utilizada porque la mente, que está extrovertida
debido a las tendencias, es recogida y vuelta hacia adentro. Hay un sumergirse
debajo de la superficie de las exterioridades, dentro del Sí mismo.
29. Sólo indagar, silente
y profundamente, sobre la fuente
de la mente, el «yo»,
es auto-indagación.
Ideas como «yo soy eso» o «yo no soy esto», son sólo
ayudas.
30. El ego cae, abatido,
cuando uno indaga
«¿Quién soy yo?» y entra en el Corazón.
Entonces otro, «yo—yo», late incesantemente, por sí
mismo.
No es el ego sino el Sí mismo mismo, el todo.
31. ¿Quién puede comprender el estado del
que ha disuelto su ego y
está morando siempre en el Sí mismo?
Para él, sólo el Sí mismo es.
Para él, ¿qué queda por hacer?
32. Las escrituras afirman «Eso eres tú»,
sin indagar y obtener
el Sí mismo que brilla siempre, y permanecer como Eso.
Discutir una y otra vez, interminablemente, se debe
sólo a la
debilidad de la mente.
COMENTARIO
La
cuestión de qué es lo que constituye la auto-indagación, es abordada en el
verso 29. Hay diferencia entre jnana marga, la vía del conocimiento de la tradición
advaita, y vichara marga, o las indagaciones «¿quién soy yo?» y «¿desde dónde
soy yo?», destinadas a encontrar la verdad sobre el ego y a sumergirlo en su
fuente consciente. Bhagavan ha señalado las diferencias entre las dos así:
«La
auto-indagación (vichara) para conocer al Sí mismo es diferente de la
meditación Sivoham o Soham, que es más o menos un pensamiento mental. Pero la
búsqueda de la que hablo es un método directo… pues en el momento en que entras
en el movimiento de la búsqueda del Sí mismo y profundizas cada vez más, el Sí
mismo está esperando ahí para acogerte»[15].
Esto no
quiere decir que Bhagavan considerara la jnana marga tradicional como inútil.
Al contrario, este verso mismo dice que tales afirmaciones de identidad con el
Sí mismo y de negación de la idea del cuerpo, son soportes para la indagación.
Son correctivos para la identificación, profundamente arraigada y errónea, del
Sí mismo con el cuerpo. Desarrollan el desapasionamiento, y ayudan a que la
mente se concentre.
En el
verso 30, Bhagavan explica lo que acontece cuando el ego se sumerge en el
Corazón —simultáneamente, una sensación de «yo» incesante y feliz se hace
patente. No es el ego. Puesto que la sensación es continua, se describe como
«yo—yo». Es la forma del Sí mismo, completo y auto-luminoso. «Es un incesante
relámpago de Consciencia de “yo”; por así decir, puedes ser consciente de ella,
sentirla, escucharla, saborearla; eso es Aham spoorthi».[16]
El siguiente
verso, el 31, se maravilla ante la estatura de aquellos que están liberados en
vida. Moran, de modo natural, en el Estado en el que el ego no surge. Puesto
que el sujeto está sumergido en el Sí mismo, para ellos no hay «otros». Son
canales puros de lo divino que actúan como tales para el bienestar universal.
Una vía
tradicional para el Conocimiento del Sí mismo es escuchar primero la gran
verdad de la identidad del individuo y el Sí mismo, y seguirla por la
contemplación de esta identidad y la práctica de la misma. La posición de
Bhagavan es que el conocimiento de esta identidad no puede conferir por sí
mismo ninguna experiencia. La experiencia se obtiene sólo por la indagación
sobre el origen de la mente[17].
33. Afirmaciones como «yo no me conozco a mí mismo» o
«yo
me conozco a mí mismo», son motivos de risa.
¿Acaso hay dos sí mismos, el veedor y lo visto?
La experiencia de todos es que el Sí mismo es Uno.
34. En lugar de morar firmemente en el propio Corazón
de uno,
nuestro verdadero estado,
disputar sobre «real o irreal», «con forma o
sin forma» —«muchos o uno»,
es estar cegados por la ilusión.
35. Sólo la permanencia en Sí mismo es un milagro.
Los otros milagros son como sueños que duran hasta
el despertar.
¿Pueden aquellos que están firmemente arraigados en lo
Real,
recaer en la ilusión?
36. Mientras nosotros tenemos la idea de que el cuerpo
es el
Sí mismo,
el pensamiento de que uno es el Sí mismo es útil para
ser
Eso.
Pero cuando uno es Eso, es tan fútil como un hombre
que
repite «Yo soy un hombre», «Yo soy un hombre».
COMENTARIO
Expresiones
tales como «yo falso» o «yo verdadero», darían la impresión de que hay dos
«yo». Ésta es la duda que tenía Paul Brunton cuando preguntó a Bhagavan, «¿Cuál
es exactamente el sí mismo del que usted habla? Si lo que usted dice es verdad,
debe haber otro sí mismo en el hombre. ¿Puede un hombre poseer dos identidades,
dos sí mismos?»[18] Bhagavan responde, «El
Sí mismo es sólo uno». Este punto se aclara en el verso 33.
Ramana
utiliza una fuerte expresión, «maya» o «ilusión» por primera vez en el verso
34. Él no ve ninguna utilidad en las interminables discusiones filosóficas, que
devienen substitutos de la permanencia en el Sí mismo.
El
ejercicio de los poderes sobrenaturales o siddhis atrae al imprudente, pero
Bhagavan dice en el verso 35 que no tienen más significación que los sueños. La
primera conversación que se conserva escrita, en la que Bhagavan habla sobre
los siddhis, fue con F. H. Humphreys, quien se encontraba fuertemente inclinado
en esa dirección. Le dijo, «A ningún maestro le han importado nunca los poderes
ocultos… la clarividencia, la clariaudiencia y cosas semejantes no merece la
pena tenerlas cuando son posibles una iluminación y una paz muchísimo más
grandes sin ellas que con ellas»[19]. La cuestión estriba
en que el ejercicio de tales poderes no es natural, y lo que no es natural no
es permanente, y por consiguiente no merece la pena buscarlo. Por otra parte,
implican el uso de la mente, mientras que, todo el propósito de la enseñanza de
Bhagavan es sumergir la mente en el Corazón, para permitir el funcionamiento
sin ego. Si tales poderes son alcanzados, a menudo desviarán al buscador de su
deber primordial de buscar y ser restaurado en su verdadero estado. «La actitud
de esos necios que, sin realizar el poder que les anima, esperan alcanzar
poderes sobrenaturales, le recuerda a uno la historia de un cojo que dijo, «Si
me apoyo sobre mis pies, ¿qué puede hacer el enemigo?»[20] Es verdad que si uno
se vuelve hacia Bhagavan los milagros acontecen; Él dice que éstos no se deben
al ejercicio de la mente por Su parte, sino por «la puesta en movimiento de la
energía divina automática»[21].
Una vez
le dijo a Evans-Wentz que «Jesús pudo no haber sido consciente de que estaba
ejerciendo poderes cuando curaba a la gente de sus enfermedades»[22]. —Dando a entender con
esto que no era un acto de volición, un ejercicio consciente del poder por
parte de Jesús, sino que Él era meramente el canal de lo divino.
37. Las teorías tales como la dualidad en la sadhana y
el advaita sobre
la realización, no son verdaderas.
El décimo hombre estuvo presente no sólo cuando se le
encontró, sino también durante la búsqueda con
amorosa preocupación.
38. Si uno siente que uno es el hacedor, uno debe
cosechar los
frutos de su acción.
Si uno indaga «¿quién es el hacedor?», y entra en el
Corazón, la idea del hacedor terminará y
el triple karma es
destruido. En verdad, esto es liberación.
39. Los pensamientos de liberación sólo están mientras
uno
piensa que está en esclavitud.
El Uno obtiene el «yo» eternamente liberado por la
indagación «¿para quién es la esclavitud?»
En adelante, ¿cómo pueden surgir pensamientos de
esclavitud y liberación?
40. Algunos eruditos dicen que después de la
liberación la forma
permanece.
Otros dicen que las formas no perduran.
Sin embargo, otros dicen que a veces las formas
permanecen
y otras veces se pierden.
Sólo la pérdida del ego, que examina estos tres
conceptos,
es la verdadera Liberación.
COMENTARIO
La verdad
es siempre la misma, tanto si uno es consciente de ella como si no. Sólo la
consciencia brilla, tanto durante la búsqueda de la fuente del ego, como
después de su submersión en su fuente. El individuo que fue olvidado al contar,
el décimo hombre «perdido», estuvo presente tanto durante la búsqueda con
preocupación amorosa, como después de que fue «encontrado».
Para la
comprensión correcta del verso 37, es necesario relatar la historia del décimo
hombre «perdido». Diez amigos cruzaron un torrente. Tras llegar a la otra
orilla, empezaron a contar para asegurarse de que habían cruzado todos. Sin
embargo, cada uno de ellos contó erróneamente, omitiendo contarse a sí mismo.
Consecuentemente, cada vez que contaban, su número era sólo nueve. Pensando que
uno de ellos se había ahogado comenzaron a lamentarse. Un viajero que pasaba
por allí encontró rápidamente la verdad contando apropiadamente, y aclaró que
nadie se había perdido nunca.
La
sensación «yo hago», el sentido de ser el hacedor, cesa por la indagación
«¿quién es el hacedor?», y todo Karma acaba. «Si el agente (el hacedor) de
quien depende el Karma, a saber, el ego… se sumerge en su fuente y pierde su
forma, ¿podrá sobrevivir el Karma, que sólo depende de él?»[23]
El triple
Karma al que se hace referencia, es el Karma almacenado en la forma de tendencias
latentes, eso que ha comenzado a dar resultados, y los frutos futuros basados
en la acción pasada y presente. «Lo mismo que ninguna de las esposas de un
hombre puede no quedar viuda a su muerte, así también, cuando el hacedor
desaparece, ninguna de las tres formas de Karma puede sobrevivir»[24].
La
«esclavitud» y la «liberación» son tratadas en los versos 39 y 40. La
esclavitud no puede ser para el Sí mismo, pues es eternamente libre. Sólo puede
ser para el individuo, que, debido a la sensación de ser «esclavo», busca la
«liberación». «Esclavitud» y «Liberación» son meramente términos lingüísticos…
Si uno indaga ¿para quién hay «esclavitud» y la «liberación»?, se verá que son
para mí. Por consiguiente, si uno indaga después «¿quién soy yo?», lo que queda
es el propio ser real de uno»[25].
Sólo la
submersión del ego en su fuente es la liberación, según Ramana. Por
consiguiente, Él niega, en el verso 40, las teorías de los «eruditos» sobre que
«las personas liberadas tienen forma», «que no tienen forma», o que «a veces
tienen forma, pero otras veces no tienen forma». Todo esto son sólo conjeturas
del ego sobre el estado post-liberado, y tales pensamientos no pueden
sobrevivir cuando el ego mismo se sumerge en el Sí mismo.
41. Ramana Maharshi
ha compuesto esta obra pura,
«Sat-Darshanam» en
tamil.
Esta escritura
sagrada y elevadora
ha sido traducida
al sánscrito por Vasista Ganapati Muni.
42. Las palabras de
Muni brillan,
reflejando como un
muro la dulce y divina voz de Ramana,
que da la esencia
de la verdad fácilmente,
y es un deleite para los buscadores de la liberación.
COMENTARIO
La
traducción al sánscrito de Ganapati Muni del «Ulladu Narpadu» de Bhagavan, no
es una mera traducción. No sólo expresa el verdadero sentido de las palabras de
Ramana, sino que tiene un lustre propio. Lo mismo que en las Upanishads, en
estos Cuarenta Versos sobre la Realidad, encontramos la expresión de una
experiencia espiritual directa, siendo esa experiencia la de Bhagavan Ramana.
A base de
subrayar repetidamente la necesidad de entrar en el movimiento interior de la
gracia, lejos del movimiento exterior de la mente, y por su infalible técnica
de auto-indagación, Bhagavan ha proporcionado una vía fácil y directa a la
permanencia en el Sí mismo. ¿Es entonces decir demasiado que «Sat-Darshanam» es
verdaderamente un deleite para los buscadores sinceros de la verdad?