viernes, 29 de abril de 2016

LA CONCIENCIA ES LA LUZ DEL ALMA / Senda Divina ~ Swami Sivananda


LA CONCIENCIA ES LA LUZ DEL ALMA

La conciencia es la luz del alma que brilla en la estancia de tu corazón. Es la pequeña chispa de fuego celestial que te hace conocer la presencia de Quien mora en tu interior, autor de las leyes divinas de la verdad y la santidad. Ella levanta su voz en protesta siempre que se piensa o realiza cualquier cosa contraria a los intereses de su Maestro.

La conciencia es la voz del Ser que te dice «sí» o «no», cuando estás inmerso en una lucha moral. Es una llamada del interior para hacer un acto o evitarlo. La conciencia es el monitor interno. La conciencia es una forma de la verdad, consiste en el reconocimiento de nuestros propios actos y sentimientos como rectos o equivocados. Es una balanza sensible que sopesa las acciones propias. Es la facultad o el principio por el cual nos distinguimos entre lo recto y lo equivocado. Es una voz que nos guía desde dentro. El sentido del deber es la conciencia. Los escrúpulos son la conciencia. Esta es como un preceptor silencioso.

La conciencia es la facultad moral. Es un delicado instrumento o sentido que te dice a cada instante lo que es recto y lo que es equivocado. Es la voz interna insonora que demuestra el sendero de la virtud y de la santidad. Es en verdad muy delicada. Por ello resulta muy fácil sofocarla. Pero es, a la vez, tan clara que resulta imposible confundirla.

La conciencia está por encima de la razón y la discusión. Es un mandato repentino y dictatorial que nos induce a sumergimos en las profundidades de la virtud, o a elevarnos por encima del nivel del vicio. Los elementos positivos que adornan la conciencia son la verdad, el coraje y la justicia.

La conciencia hace a uno consciente de la bondad o maldad morales en los motivos o conductas propios, y va unida a un sentimiento de obligación de hacer lo correcto o de ser bueno. La conciencia es tu preceptor. Te dicta advirtiéndote: «Realiza esta acción, pues es recta.» Y también te previene diciendo: «Esto es equivocado. No cometas tal acción.»

La conciencia es como un gran libro, en cuyas páginas se escriben y registran todas tus ofensas. Es un testigo terrible. La conciencia es el mejor Ministro de Justicia. Amenaza y promete, recompensa y
castiga, y mantiene todo bajo su control. Si la conciencia te advierte una vez, es una admonición; si lo hace dos veces, es una condena. Actuar en contra de la conciencia es actuar en contra de la razón y la Ley Divina.

Cómo actúa la conciencia

Cuando realizas una acción equivocada, la conciencia te advierte. Te dice con voz suave, clara y aguda: «Amigo mío, no cometas tal acción equivocada, pues te ocasionará aflicción.» Un hombre con conciencia deja en seguida de actuar y se vuelve sabio.

La conciencia te previene como un preceptor o un amigo, antes de castigarte como un juez. Te insta a hacer lo correcto. La cobardía pregunta: «¿Es esto seguro? » La avaricia pregunta: «¿Gano algo con ello?» La vanidad pregunta: «¿Me haré famoso?» La pasión pregunta: « ¿Hay en ello placer?» Sin embargo, la conciencia pregunta tan sólo: «¿Es esto correcto?»

La conciencia te induce a escoger lo recto en lugar de lo equivocado, aconsejándote siempre a hacer lo correcto. El primer impulso de la conciencia le lleva a uno a hacer lo correcto. Si la conciencia te amonesta y advierte, si sientes vergüenza y depresión en tu corazón, sabe que has realizado una acción equivocada. Pero si sientes alegría y regocijo, es que has realizado una acción virtuosa.

Cuándo se puede confiar en la conciencia

No confundas las sugerencias de la mente inferior con la voz del alma. La mente que tiende hacia el lujo y el mal es la mente inferior, o rayásico-tamásica. Es la mente impura, instintiva y llena de deseos. La voz de la mente instintiva te guiará de un modo equivocado. Esta mente inferior es siempre la causante del propio fracaso.

La mente superior, que tiende hacia la virtud, es la mente pura, o sáttvica (Suddha Manas- pura mente). Esta mente superior eleva al hombre, le guía y actúa como un  verdadero preceptor. Debes tratar de escuchar la voz de la mente sáttuica. Aniquila la pasión (Rajas) y la inercia (Tamas), incrementando la pureza (Sattva). Solo de ese modo estarás a salvo.

La conciencia puede actuar libre y plenamente sólo cuando uno abandona el interés egoísta en todo aquello que hace. Por lo tanto, no puedes confiar en la conciencia por entero, mientras no hayas purificado tu mente y sentimientos de los prejuicios y las predilecciones personales.

Cómo se sofoca y destruye la conciencia

La conciencia se nubla debido al pecado y la debilidad humana. La débil voz interior del espíritu es sofocada por un tumulto de conflictos emocionales, impulsos bajos y dictados de la carne. Pero se la agudiza y despierta a una nueva claridad por medio de la pureza de conducta y de la práctica de las virtudes éticas. 

Por medio de un uso equivocado, la conciencia se oscurece. Y si se abusa de ella, se llega incluso a destruirla. La maldad la destruye. Proferir falsedades y aceptar sobornos destruye por completo la conciencia. En el mundo, la gente piensa una cosa, dice otra y aun hace otra distinta. Esto es horrible. Eso no es más que sinuosidad. Debes observar cuidadosamente tus pensamientos, palabras y actos. Lo poco que ganas diciendo mentiras de nada te sirve. Polucionas tu conciencia e infectas tu mente subconsciente. El hábito de mentir, además, lo llevas también contigo a tu próximo nacimiento, viéndote sometido así al sufrimiento de vida en vida.

Has dejado de ser sincero debido a una intoxicación de egoísmo y avaricia. No sabes lo que haces exactamente. Has velado tu entendimiento. Pero tu conciencia te amonestará severamente a su debido tiempo. Tu corazón se afligirá cuando recuperes el buen sentido. Tu corazón contrito debe afligirse con arrepentimiento, pues sólo entonces puedes purificarte.

El hábito de aceptar soborno es muy común. Sí preguntas a cualquiera que trabaje en una oficina: «¿Cuál es tu salario?», te responderá: «Mi salario son sólo quince mil pesos, pero mis ingresos ascienden a unos treinta mil.» Esos ingresos no son sino sobornos. La gente es ignorante. Incluso la llamada gente educada no tiene ni idea acerca de la ley de acción y reacción ni de las Samskaras, o
impresiones subconscientes, y su poder. Si aceptas soborno serás castigado por esta acción equivocada, y las Samskaras de haberlo hecho te forzarán a aceptar sobornos incluso en tu próxima vida. Serás una persona deshonesta incluso en tu próxima vida. Tus pensamientos y acciones se registran en la mente subconsciente.  Por ello, llevas contigo tu deshonestidad de nacimiento en nacimiento, viéndote así sometido a enormes sufrimientos.

Reduce tus necesidades y vive honestamente dentro de tus posibilidades. Tendrás entonces una conciencia limpia. Estarás siempre libre de ansiedades y preocupaciones. Tendrás una muerte pacífica. Supongo que entiendes ahora la importancia de esta ley. Hazte un hombre honesto y sé veraz a partir del momento mismo en que leas estas líneas. Nunca te relaciones con aquellas oficinas que sean objeto de corrupción y tentaciones diversas, pues te corromperán.

El sutil mecanismo de la conciencia

Sólo una persona virtuosa puede utilizar el instrumento de la conciencia. Sólo él puede escuchar claramente la voz interna del alma. En un hombre perverso esta facultad esta muerta. La naturaleza sensible de la conciencia se destruye por medio del pecado o la corrupción. De ahí que no sea capaz de discriminar entre lo recto y lo equivocado.
Si cometes hoy acciones equivocadas y pecadoras sin darles mayor importancia, mañana no te costará cometer crímenes. Si permites que un pecado penetre y more en tu conciencia, abrirás ciertamente la puerta a un millar dé pecados. Tu conciencia se embotará y perderá su sensibilidad. El hábito de cometer acciones negativas impregnará todo tu cuerpo, como el veneno de un escorpión o de una
cobra.

Cuando una persona honesta acepta un soborno por vez primera, tiembla. Su conciencia se estremece y siente una gran inquietud. Pero si lo repite de nuevo varias veces, su conciencia se oscurece y deja de sentir inquietud. Cuando un hombre casto visita por vez primera una casa de citas, su conciencia le amonesta y se estremece. Pero si la visita frecuentemente, su conciencia se disipa y no vuelve a sentir nada. El mecanismo de la conciencia es muy sutil. Consérvalo sensible realizando únicamente acciones virtuosas.

Cómo cultivar una conciencia pura

Conserva tu conciencia siempre brillante y aguda adhiriéndote a la verdad, al  Dharma, o deber, y a la virtud. Será así tu compañero constante y alentador. Los actos virtuosos, la caridad, la benevolencia, la nobleza, la generosidad, los actos de misericordia y la práctica de la veracidad, de Brahmacharia y de Ahimsa agudizan la conciencia.

El alimento juega también un importante papel en el desarrollo de una conciencia pura. Los alimentos Sáttuicos ayudan a mantener pura la conciencia, mientras que el alimento animal vuelve a ésta impura. Forma una a modo de costra dura en la superficie de la conciencia y la disipa totalmente.

La salud del alma

La conciencia pura reconoce rápidamente el mal y lo aniquila. La conciencia buena te proporciona despreocupación, serenidad, alegría y felicidad. Te previene de las calamidades, conflictos, aflicciones y miserias. Aquella persona noble que tiene una conciencia limpia y pura no teme a nadie en este mundo; ni siquiera teme a la muerte.

Una conciencia pura y limpia es el templo de Dios. Es el paraíso de la dicha. Ayuda al aspirante a alcanzar su meta con rapidez. Lo que la buena salud es al cuerpo, lo es una conciencia buena al alma. Cuando se realiza una buena acción, cuando se practica una virtud y cuando se lleva una vida virtuosa, se siente una satisfacción interna en la conciencia.

La belleza más natural en el mundo es la honestidad y la verdad moral. Sé bello en tu interior. Ten una conciencia limpia. Sé virtuoso, pues la belleza física decae. La conciencia, o la voz de la sabiduría, habla a través de toda la creación del Señor, pero el intelecto humano pequeño, finito e impuro no la entiende. ¡Purifica tu mente, oh hombre arrogante y egoísta! Sintoniza la radio de tu mente purificando ésta, escucha Su voz y hazte sabio. La voz del alma te conducirá a la salvación, la
verdad, la paz y la dicha inmortal.