lunes, 28 de diciembre de 2015

La raíz del nuestro sufrimiento por Atman Nityananda

Dos cosas son pricipalmente la raiz de nuestro sufrimiento:

1.  La necesidad compulsiva de ser aceptados, reconocidos y aprobados por los demás.  

2. Los deseos. Básicamente el deseo de ser superior o especial y el deseo de los placeres  sensoriales.

gula

orgullo
Ambas cosas se basan en la identificación ilusoria con el cuerpo físico (que nos hace creer que somos un cuerpo-Yo) y en la ignorancia de nuestra naturaleza verdadera -el Ser divino o Atman.

El deseo de ser superior y la nececidad compulsiva de aprobación
El deseo de ser superior y la necesidad compulsiva de aprobación están relacionadas pero son dos cosas distinctas.

La nececidad compulsiva de aprobación y aceptación

Debido a la ignorancia de nuestro Ser verdadero y la identificación con el cuerpo creamos una auto-imagen falsa e ilusoria basada en características corporales, capacidades mentales, posesiones y logros. 

El comportamiento de nuestros padres, parientes y maestros contribuyó muchísimo a la creación de esta falsa auto-imagen y la necesidad de aprobación de los demás. Sus palabras, afirmaciones,  sugerencias y acciones desempeñaron un papel importante en la creación de nuestra auto-imagen y autoestima, porque la mente infantil es vacia y abierta y lo absorbe todo involuntariamente. Además, como niños nos aceptaban y nos mostraban amor y cariño cuando nos comportábamos de la manera que nuestros padres y maestros encontraban aceptable o razonable -según sus conceptos y sus creencias sobre lo bueno y lo malo de la vida. Así poco a poco se crearon en nuestra mente subconsciente patrones de comportamiento según las condiciones de nuestro entorno familiar. Hoy en día, un factor que influye mucho en la creación de la falsa auto-imagen son los medios de comunicación.
Desde niños, por tanto, nos hemos programado de buscar la aceptación y la aprobación de los demás. Esto sucede inconsciente  y compulsivamente y causa en nosotros una contracción emocional que asume la forma de inquietud, inseguridad, ansiedad, inferioridad, agustia, vergüenza, miedo etc. Ahora, para superar esta contracción emocional y sentirnos “bien” pedimos inconscientemente la aceptación o la aprobación de los demás de muchas diferentes maneras y comportamientos.
Necesitamos que  nos acepten y que nos aprueben en todos los aspectos que creemos que son importantes para nosotros, es decir, en las cosas que relacionamos con nuestra auto-imagen. Estas pueden ser el cuerpo físico (el pelo, la cara, el poder de musclos, los ojos, la voz, la altura etc.), o nuestras ideas, preferencias, capacidades corporales y mentales, y aún la ropa que llevamos, nuestras posesiones, el origen, los estudios y conocimientos, etc.  

Para  que nos acepten podemos hacer también cosas que no son apropiadas para nuestro bienestar, pero las hacemos solo para ser (o creer que somos) aprobados por los demás. Al ego le cuesta mucho dañarle la auto-imagen y rechazarlo. Nuestro ego quiere que los demás tengan buena opinión sobre nosotros y está muy preocupado por lo que los demás piensen (sobre nosotros). Por eso la inseguridad está casi siempre presente en el fondo de la mente y especialmente en situaciones nuevas donde el ego no sabe cómo piensan los demás y qué maneras de comportamiento ellos creen convenientes. 

También, a causa de esta programación subconscinete nos encontramos casi siempre en dudas sobre nuestro valor. Como he dicho anteriormente, para asegurarnos de que somos adecuados, bien evaluados  y suficientes hacemos muchas cosas con el fin de tener reconocimiento, aceptación y  aprobación. Una vez tenerlos, superamos (temporalmente) las dudas y el sentimiento de carencia y confirmamos nuestro valor. Pero el patrón subsconciente sigue ahí, funcionando como una máquina que nunca para.  Una y otra vez (según la fuerza de este patrón, las asociaciones y las experiencias personales de cada uno) genera la misma necesidad de aprobación y aceptación. Este patrón funciona tal como las adicciones con la comida, bebida etc., o sea,  tiene su propio tiempo recurrente de expresión. Y quiere alimentarse con el mismo tipo de energía y experiencias.

El deseo de ser superior o especial
Para que el ego pueda satisfacer su necesidad de sentirse adecuado, suficiente, seguro, evaluado y también superior, importante, especial,  muy a menudo compara,  juzga negativamente o critica a los demás. Y sobre todo las cosas que están relacionadas con nuestra auto-imagen y nuestras experiencias.
Cuando el ego compara, intenta encontrar cosas que afirmen que es mejor o más especial de los demás. Y cuando el ego está convencido (o cree que está convencido) de que sí es superior y mejor, siente un alivio de las emociones contractivas  y una sencación que es especial o importante. Esta auto-afirmación que somos superiores en comparación a los demás nos da también (en realidad le da a nuestro ego) una sensación de satisfacción muy engañosa.
La critica negativa tiene también el mísmo objetivo. El ego a través de la critica se siente mejor o superior. ¿Porqué? Porque cuando les criticamos a los otros automáticamente nos encontramos en una posición más alta que ellos -considerandolos inferiores ya que tenemos la autoridad de juzgarlos. 

El ego siente una gran satisfacción y placer cuando cree que es superior de los demás o es o especial. Por eso el ego trata de demostrar, de todos modos, su soberanía que es algo muy especial. Cada vez que el ego logra ser reconocido por los demás siente una gran euforia y satisfacción. Por eso el ego nos impulsa hacer cosas que nos hagan famosos o reconocidos en la más amplia escala. Esto es muy obvio en los jugadores de futbol, de tenis y en los deportes en general y también en los actores, los maniquíes y los políticos.
El ego sufre cuando no es reconocido y para alcanzar el reconocimiento puede hacer no solo cosas ‘aceptables’ sino además cosas dañinas para él y para los demás.

Por supuesto, esto lo hace el ego, pero debido a nuestra identificación con el ego creemos que somos nosotros los que lo hacemos, creemos que es una acción nuestra voluntaria y consciente! ¡Y esto es la mayor ilusión del ego! Es decir, el ego nos hace creer que sus pensamientos, sus emociones, sus palabras y sus acciones son nuestras y nosotros somos el ego mismo.
Él que cree que estos pastrones egóicos subconscientes no suceden en su psigología  ya es muy engañado por su ego y sufre por estos patrones sin ni siquiera darse cuenta de eso.

Los placeres y la busqueda de la felicidad

A causa de la ignorancia de nuestra naturaleza verdadera (que es felicidad, libertad, plenitud, paz y amor absoluta) buscamos la felicidad y la plenitud fuera de nosotros en objetos sensoriales, relaciones, posesiones y en todas las situaciones mundanas que consideramos agradables o favorables para nuestro bien.
Pero las cosas del mundo son finitas y condicionadas y pueden ser sólo agradables o desagradables, placenteras y dolorosas, no contienen ni felicidad, ni plenitud. Además están sujetas al nacimiento y la muerte y un dia tendremos que perder todas las cosas -incluso nuestro cuerpo.
Es muy obvio que no podemos experimentar amor, libertad, paz y bienaventuranza que son infinitas, a través de las cosas y las experiencias que son limitadas, finitas y condicionadas. Lo que es finito no puede darnos algo infinito. Solo lo que es infinito puede darnos la experiencia de infinidad· solo lo que es bienaventuranza puede darnos la experiencia de la bienaventuranza· solo lo que es libertad puede liberarnos de las ilusiones creadas por el ego y sus vanos deseos.  
Nosotros creemos que las cosas del mundo nos hacen felices debido a la falta de discernimiento y al velo que pone en nuestra mente la cualidad tamas (*tamas guna en sánscrito, es la cualidad que oscurece y cubre la verdad). La cualidad tamas tiene la capacidad de ocultar la verdadera naturaleza de nuestras experiencias así como nuestro Ser.  
¡La mayor ilusión es la creencia que la felicidad que experimentamos cuando logramos un objeto (o una situación) que deseabamos, se debe  a este objeto o esta situación que acabamos de lograr! Pero esto no es verdad, es solo una ilusión creada por el ego mismo y el tamas guna. Lo que pasa cuando ya tenemos lo que deseamos es que la mente temporalmente se calma y descansa en su centro (la consciencia) y en esta condición la mente disfruta parcialmente de la felicidad y la plentitud  de la consciencia. Pero, debido al tamas guna y al engaño del ego, creemos que la felicidad que sentimos se debe al objeto mismo y por eso seguimos buscando la felicidad en los placeres sensoriales, donde hay un poquito de placer ilusorio mezclado con mucho sufrimiento.
Las cosas del mundo pueden contribuir a nuestro bienestar solo bajo ciertas condiciones y de una manera limitada. Por ejemplo, si usamos nuestra mente, energía,  cuerpo y sentidos concientemente y de una manera apropiada en relación  a los objetos sensoriales, podemos sanarnos y crear armonía y equilibrio mental y emocional. Este equilibrio nos ayudará a hacer meditación y auto-indagación con el fin de realizar  nuestro Ser verdadero y experimentar libertad, plentitud y bienaventuranza sin limites.

Cómo vivir para realizar la libertad y la dicha del Ser
 

Para superar las dos causas del sufrimiento que en este texto he mencionado, y en general todo lo que causa sufrimiento, es imprescindible ser más conscientes de nosotros mismos. Por medio de prácticas específicas tenemos que desarollar las capacidades de nuestra inteligencia (buddhi) y controlar los sentidos y la mente pensante y emocional. Tenemos que mantener nuestro cuerpo físico sano y fuerte. Al mismo tiempo, tenemos que alimentar nuestra mente con impresiones sáttvicas (*sattva guna en sánscrito, es la cualidad de la luz, la claridad y la armonía que nos ayuda a desarollar las capacidades superiores de la mente), eliminar las toxinas psicológicas y despertar los estados superiores de consciencia. 
Para incrementar la cualidad sattva en nuestra mente es también imprescindible tener relaciones, conexiones y asociaciones sáttvicas en todos los aspectos de la vida. Una vida sáttvica es la fundación de una vida sana y llena de paz, luz, amor, armonia y felicidad.

Es necesario también descubrir y eliminar todos los patrones del ego que están escondidos en la mente subsconsciente. Hay varias prácticas con las que podemos purificar nuestra mente subconsciente (chitta) pero lo más importante -y el centro de las prácticas espirituales- es estar alerta auto-observando momento a momento nuestros pensamientos, emociones, estado de ánimo y energía vital y al mismo tiempo estar conscientes de nosotros mismos.
Para reconocer a nuestro Ser verdadero (no hablo sobre el yo o ego) es necesario desarollar la capacidad de discernimiento y hacer la mente pura, aguda y enfocada. Con una mente bien preparada, podemos practicar la investigación discriminante y enfocada y la auto-indagación que nos permitirán por una parte descubrir y disolver las identificaciones creadas por el ego y por otra parte despertarnos y establecernos en nuestra naturaleza verdadera.
¡Que Dios te bendiga alcanzar la libertad, la paz y la bienaventuranza eterna!

Paz, Luz y Amor


Leer más sobre: Deseos y sufrimiento

martes, 22 de diciembre de 2015

Meditación diaria en el amor, la pureza y la paz \ Atman nityananda


Meditación diaria en el amor, la pureza y la paz

Esta meditación se puede practicar en nuestras meditaciones de mañana y tarde por 5 minutos o más, según nuestra conveniencia.

A propósito, he puesto el verbo «soy» después de las afirmaciones positivas de amor, pureza, paz -que son cualidades de nuestra verdadera naturaleza. Porque si pongo el ´soy´ primero diciendo: "Yo soy pureza", etc., inconscientemente y debido al funcionamiento habitual de la mente egotista, afirmo que ´Yo (como ego) soy la pureza, el amor y la paz´ es decir, afirmamos que estas son características de la entidad cuerpo-mente egoísta que pensamos que somos, pero no es así. Al contrario cuando digo ´Pureza soy´,´Paz soy´, ´Amor soy´, afirmo que el amor, la paz y la pureza en sí mismas son mi identidad. Entonces para que quede más claro que estas cualidades no tienen nada que ver con el ego y con nuestra naturaleza inferior y que, al mismo tiempo, nos desidentifiquemos del ego, de la mente y del cuerpo, negamos primero nuestra naturaleza inferior y luego afirmamos nuestra naturaleza divina. (Vease más abajo).

Al decir las afirmaciones hay que sentir las palabras y no solo repetirlas mecanicamente. Ayuda mucho si llevamos de nuestra memoria experiencias pasadas de amor y paz. Y que no olvidemos que en la meditación (y no sólo en la meditación sino en cada momento) lo más importante es ser consciente del espacio silencioso interior.

Pureza soy, Paz soy, Amor soy
Om pureza, Om paz, Om amor
OM, OM, OM!

La podemos hacer también mezclada con la negación de la naturaleza inferior:

No soy el cuerpo, No soy la mente, No soy el ego
Pureza soy, Paz soy, Amor soy
Om pureza, Om paz, Om amor
OM, OM, OM!


Para obtener resultados positivos hace falta regularidad, perseverancia, paciencia, fe, vigilancia, concentración, observación y discernimiento.

Normalmente, para que todo lo que empezamos a practicar a diario forme parte de nuestra conciencia, se necesitan al menos seis meses. Es entonces cuando empezaremos a observar cambios en nuestro ánimo de meditación y en nuestra mente.

Por supuesto, para que esta meditación así como cualquier tipo de meditación provoque un gran cambio en nuestra mente y psicología, tiene que ser practicado durante años junto con otras prácticas y junto con el desarrollo de la discernimiento, del desapasionamiento, de la voluntad, de la determinación, de la concentración y del desapego.

Os sugiero que comience esta meditación con las oraciones de la entrada
Oraciones por la Paz Mundial

Paz, amor y armonía

viernes, 18 de diciembre de 2015

LA PRIMERA PARTE DE LA PRÁCTICA DE YOGA \ Swami Sivananda


La purificación es la primera parte
de la práctica de yoga

La purificación de la mente es la primera parte de la práctica de Yoga. Todos tienen algunas impurezas mentales. Hay males sutiles al acecho en los surcos de la propia mente. A menos que se superen las barreras de los deseos sutiles, el odio sutil y los malos deseos, uno no puede obtener la plenitud del Conocimiento, la Iluminación y la Gloria.
La conciencia de Dios o la comunión con el Señor es la cima de la disciplina ético-religiosa del Yoga. El desarrollo ético es más difícil que el logro de eminencia intelectual. Sólo aquellos estudiantes de Yoga que poseen un corazón puro e inmaculado pueden captar y experimentar las verdades de la vida y el Conocimiento de Dios. Conquista tu naturaleza interior y exterior. Lucha contra la oscuridad de las fuerzas malvadas antagónicas recordando a Dios y meditando.
Abandona toda creencia errónea, debilidad y superstición, abandona todas las nociones equivocadas e ideas de imposibilidad. Ten una visión amplia de la vida. Ve a Dios en todas las cosas y en todos los rostros. Abandona todo lo que sea falso e incorrecto. Lleva una vida de virtud y felicidad. Adhiérete tenazmente a tus principios e ideales.
Lleva una vida simple, vigorosa y activa. Disuelve todas las diferencias ilusorias. Destruye la obsesión por el sexo pensando constantemente en la Verdad que es sin sexo y en la Realidad incorpórea. Levanta el ánimo. Confía plenamente en Dios. Sé sincero. Sirve a todos con amor. Esfuérzate. Aplícate diligentemente y enciende la dínamo espiritual interior. Tendrás una Vida inmortal, Paz infinita y Felicidad absoluta. 

Extracto del libro   Yoga para Occidente  

jueves, 8 de octubre de 2015

Qué es la impaciencia y cómo conquistarla por Atman Nityananda


Qué es la impaciencia y cómo conquistarla
por Atman Nityananda

LA IMPACIENCIA

Veamos primero qué es impaciencia. Impaciencia es querer que suceda lo que deseamos lo antes posible y al mismo tiempo estar nervioso, inquieto, sintiendo ansiedad, angustia, tener preocupaciones, etc.

Hay una grandísima variedad de casos donde la impaciencia surge pero si quisieramos generalizar un poco, diríamos que la impaciencia surge en dos casos:

Cuando deseamos lograr, poseer o experimentar algo agradable o placentero. Así precipitamos poseer o experimentar el objeto deseado lo antes posible o más rápido, sintiendo inquietud, nerviosismo, ansiedad, angustia, malestar, etc. Sentirnos así es un estado doloroso (más o menos suave, depende de la intensidad de las emociones negativas). Cuando más fuerte sea el deseo, más fuerte será la impaciencia.

Cuando algo que deseamos va a suceder en una fecha concreta (vacaciones, boda, quedarse con alguien, comprar algo,...). En este caso deseamos que dicha situación se haya hecho antes o que el tiempo pase más rápido para experimentarla más pronto.

Cuando queremos salir lo antes posible de una condición externa -o interna, bien sea una situación externa complicada que no nos gusta, nos molesta o nos hace sufrir física o psicológicamente, o un estado psicológico doloroso.

Cuando estamos en una condición físicamente dolorosa (enfermedad) o psicológicamente dolorosa (pérdida de una persona querida, despido del trabajo, un fracaso, divorcio etc.). En ambos casos queremos salir de este estado doloroso lo antes posible y junto con este deseo sentimos ansiedad, nerviosismo, irritabilidad, inquietud, malestar etc.
Al encontrarnos en una situación que no nos gusta, surge también la impaciencia. Unas situaciones donde frecuentemente surge la impaciencia son las colas, por ejemplo en los supermercados, y los atascos de tráfico.

Impaciencia, ira y miedo

La impaciencia, la ira y el miedo siempre van juntos. Cuando hay impaciencia, la ira asume primero un estado muy sutil. Puede asumir la forma de la irritabilidad, del enojo, del resentimiento, de malestar etc. y luego, según las circunstancias, se puede asumir una forma enorme. El miedo toma la forma de ansiedad, nerviosismo, dudas, inquietud, angustia y preocupaciones. En ambos casos nos encontramos en un estado de estrés, agitación y excitación lo cual es una forma de sufrimiento. Desde luego, si estas emociones se intensifican el sufrimiento se aumenta.

Estamos tan acostumbrados de sentir casi siempre estas emociones en su forma sutil que las consideramos como algo normal. Solo cuando estas emociones se intensifican y nos hacen sufrir mucho y no aguantamos este sufrimiento, nos parece que es algo problemático, algo que tenemos que soltar. Pero la mayoría no están dispuestos a hacer algo sistemáticamente para liberar su psique de estos trastornos que provocan sufrimiento y destruyen la salud y el bienestar. Los aceptan como una parte natural o normal de la vida humana.

La pregunta es: ¿Cómo puede algo que crea sufrimiento y enfermedad ser natural? Lo natural por su naturaleza crea armonía, bienestar, salud y alegría. Pero, ¿cómo pueden ser algo natural todos estos trastornos psicológicos y todos los demás trastornos llamados ´egoístas´ que crean desequilibrio, desarmonía, sufrimiento, conflicto interior, relaciones conflictivas etc.? El estado natural del ser humano es estar sano, armónico, alegre, creativo y vivir con amor y unidad con todo. ¿Por qué hemos perdido este estado? La respuesta no es fácil aunque hay mucha información sobre esto en los textos sagrados y las palabras de los grandes maestros.

LA PACIENCIA

Investigando la paciencia
La paciencia tiene que ver con dos cosas:
·      las circunstancias externas y
·      los estados psicológicos.

En relación con las circunstancias externas, paciencia es no reaccionar con emociones y pensamientos negativos, con quejas o insultos ante lo que enfrentamos y permanecer tranquilos, pacíficos y desapegados hasta que esta circunstancia cambie por sí misma o por nuestro esfuerzo y acciones apropiadas. Paciencia no significa que las cosas se van a resolver por sí mismas o que no haya acción. Según las circunstancias debemos decidir si actuaremos o no. Pero cuando actuemos que lo hagamos con una actitud positiva, con concentración y tranquilidad aceptando los resultados tal como son.

Es verdad que todavía no tenemos este estado de paciencia como virtud natural, por eso tenemos que practicar para que poco a poco lograrlo. Tenemos que desarrollar la paciencia en relación con las circunstancias externas y con los estados psicológicos.

En relación con los estados psicológicos, paciencia es no reaccionar con emociones y pensamientos negativos, con quejas o insultos ante lo que sentimos y aguantar el dolor emocional hasta que se desvanece*, tratando al mismo tiempo, suavemente, de desidentificarnos de los patrones mentales y emocionales y observarlos desapasionadamente, permaneciendo alerta y conscientes del espacio silencioso interior.

Nota:
Hasta que se desvanece* por sí misma o por acciones adecuadas.

Cuando las emociones no son fuertes y nosotros estamos lo suficientemente alerta, presentes y testigos de la mente (pensante y emocional), se desvanecerán rápido -junto con los pensamientos.

Si estamos identificados y de repente nos damos cuenta de que estamos en un estado de impaciencia, tratamos suavemente de recuperar el estado de alerta y atención consciente y de desidentificarnos de las emociones y pensamientos negativos observándolos desapasionadamente y siendo conscientes de nosotros mismos. En este caso también si no son fuertes se desvanecerán relativamente rápido -junto con los pensamientos.

Si las emociones son fuertes y duran más, tratamos de aliviarlas y pacificarlas aplicando una técnica apropiada según nuestro conocimiento, compresión y capacidad, pero manteniendo siempre un estado de alerta y conexión con nuestro interior.

Superando la impaciencia

Hay muchas técnicas o métodos para aliviar y controlar la impaciencia y las emociones negativas en general. En realidad, trabajar con la eliminación de la impaciencia y de todas las emociones negativas es uno de los objetivos más importantes en el trabajo espiritual.


Tres fases para superar y eliminar los trastornos psicológicos

Hay tres fases para tratar eficazmente la impaciencia o cualquier otra emoción negativa o tendencia egoísta.

 La fase de la preparación

En la fase de preparación nos preparamos desarrollando las capacidades y las virtudes que serán las herramientas para controlar y eliminar las emociones.

Tenemos que desarrollar las capacidades fundamentales que son imprescindibles para todo el trabajo espiritual y la disolución de cada tipo de las tendencias egoístas. Ellas son la autoobservación desapasionada, el discernimiento, la concentración y la capacidad de ser conscientes de nosotros mismos y de desidentificarnos de la mente. Para desarrollar todo esto, hay varias prácticas como concentración, meditación, indagación, reflexión, repetición de mantras y de los nombres de Dios etc.

Estas son capacidades importantísimas y constituyen el centro de toda práctica espiritual. Una vez tener estas capacidades desarrolladas en un nivel alto es muy fácil observar, percibir y darse cuenta de los movimientos de la mente y de las emociones y así no permitirlos surgir e identificarnos con ellos; es decir, estas capacidades nos permiten tomar consciencia del movimiento del patrón egoísta desde su primer paso cuando es una ola muy pequeñita y así poder parar el proceso fácilmente antes de convertirse en una ola enorme (que es difícil pacificarla); o bien si no hemos conseguido parar el proceso en su fase principal y surgen los pensamientos y las emociones asociadas, nos permiten estar capaces de no identificarnos completamente con ellos y así tener la oportunidad de actuar adecuadamente para disolverlos.

Además en la fase de preparación rezamos a Dios para que nos ayude a superar el defecto, contemplamos la virtud de paciencia y el amor, hacemos afirmaciones y visualizaciones positivas, nos reflexionamos en los beneficios de la paciencia y las consecuencias de la impaciencia.

 La fase actual

La fase actual es cuando la impaciencia empieza a funcionar o funciona plenamente.

En la fase actual tratamos de mantener un estado muy intenso de alerta, atención plena y presencia para no permitir que la mente juegue descontroladamente y que nos identifique con sus contextos. Con estar alerta y presentes podemos parar el surgimiento de los pensamientos y las emociones en su primer paso que es lo mejor para nosotros;  pero si no somos tan capaces para conseguir esto (que es lo que pasa en la mayoría) logramos quedar como testigos mientras surjan pensamientos o emociones, sin identidficarnos con ellos. Cuando no nos identificamos con los pensamientos y la emociones estos patrones subconscientes no pueden alimentarse y así pierden un poco de su fuerza. Esto es un parte essencial en la disolución del ego.

En realidad cuando hay pensamientos y prestamos plena atención en ellos el proceso mental actual para; y cuando  nuestro estado de alerta y atención plena se relaja el ego de nuevo nos roba la atención inconscientemente y empieza a lanzar pensamientos junto con las emociones asociadas. Así que todo depende de nuestra capacidad de no perder el estado de atención plena; cuando estamos muy enfocados y concentrados en el silencio interior no se pueden surgir pensamientos ya que toda la atención está ocupada. Pero este estado puede conseguirlo frecuentemente y por largo tiempo solo él que tiene una mente sáttvica y ha practicado meditación intensa por muchos años.  Solo un liberado que ha disuelto el ego totalmente no pierde nunca el estado luminoso de auto-atención.

Si una emoción -y los pensamientos relacionados con ella- persisten entonces intentamos tratarlos adecuadamente. Por ejemplo, contemplar en la virtud opuesta de dicha emoción, irnos del lugar donde estamos, repetir un mantra como Om, Om nama Shivay, Om Shanti (paz), rezar a Dios que elimine la emoción (vease ensayo), hacer una afirmación positiva y unas respiraciones profundas, afirmar que somos consciencia y no la mente y el cuerpo, perdonar usando el método de ho-oponopono, tomar flores de Bach etc.

La fase después

La fase después de la manifestación de la emoción negativa o de cualquier trastorno egoísta, donde podemos trabajar con la impaciencia -o con cualquier emoción que haya aparecido en relación con el suceso. Este tema lo trataré en otro ensayo con más detalles, aquí citaré solo unas pautas básicas.

En esta fase es apropiado trabajar con el suceso/asunto/situación que hizo que las emociones y los pensamientos surgiesen. Por la noche asumimos una posición relajada y recordamos el asunto; junto con las imágenes del asunto recordamos también las emociones y así podemos investigarlas y comprenderlas.  Es importante entender porqué surgen estos trastornos egoístas, cómo nos engañan, cómo funcionan en nosotros y con qué deseo, necesidad o creencia están asociados.

Y al final aplicamos una técnica para eliminarlos, por ejemplo oración, visualización, (o oración y visualización juntos), eliminación en los 49 niveles subconscientes, tomar flores de Bach, EFT (tapping), método sedhona, reflexionar en las consecuencias de la emoción negativa y los beneficios de la virtud correspondiente etc... Si hay una creencia errónea que sostiene estas emociones y pensamientos hay que trabajar con esta y cambiarla por la correcta. Hay que trabajar también con el deseo o la necesidad que están relacionados con estos pensamientos y emociones.

 Eliminando  las emociones y factores que están relacionados con la impaciencia

Para eliminar la impaciencia tenemos que eliminar también la ira y el miedo porque estos dos son las emociones que siempre surgen junto con la impaciencia. Recuerda que la impaciencia surge cuando deseamos o queremos algo, cuando nos gusta o no nos gusta algo (este par de gusto-disgusto es solo una modificación del deseo mismo) o cuando tenemos miedo por algo. Y junto con el deseo, el miedo y el gusto-disgusto surge la ira que es también una modificación del deseo; recuerda que detrás de las emociones negativas se halla el deseo como su causa original.

Entonces, si por ejemplo, no hay gula en nosotros también no habrá impaciencia para comer. Esperaremos tranquilos en la mesa hasta que el camarero nos traiga la comida. Por eso, para superar la impaciencia hace falta eliminar también la energía del deseo que es la causa de la impaciencia o para ser más preciso el deseo mismo se transforma en impaciencia así como en ira, miedo, decepción y depresión según las circunstancias.

Y la raíz de todo es el egoísmo, ya que todas las expresiones llamadas ´egoístas´ son solo una expansión de nuestro ego. El ego es el centro en torno al cual giran todas las tendencias egoístas y su naturaleza esencial es el deseo.

Yo deseo, Yo quiero (placer, posesiones, comodidades, éxito, fama, dinero, etc.), Yo tengo miedo, Yo estoy enfadado, Yo tengo prisa, Yo espero, Yo creo, Yo como, Yo siento placer, Yo, Yo, Yo ... todo tiene que ver con nuestro Yo; todo es un proyección y una expansión del Yo que su naturaleza es esencialmente el deseo. Entonces, si eliminamos el Yo, todo el árbol con los patrones y tendencias egoístas se acaba -lo mismo pasará si eliminamos el deseo. 

Pero, para la gran mayoría de la gente le es imposible trabajar directamente con el ego o el deseo. Hace falta mucha preparación así como capacidades espirituales y mentales en un nivel muy alto. En el principio, tenemos que aplicar un Sadhana (programa diario de prácticas espirituales) que nos ayudará a desarrollar virtudes y capacidades mentales y emocionales sin los cuales no podremos avanzar seriamente en el sendero espiritual.

Para que tengas más ideas sobre el trabajo espiritual y la eliminación de la emociones negativas y las tendencias egoístas en general te propongo leer los  siguientes artículos: