domingo, 28 de febrero de 2016

CLAVES PARA LA PAZ \ Swami Sivanada

CLAVES PARA LA PAZ
 Detrás de este espectáculo del mundo, detrás de este fenómeno físico, detrás de estos nombres y formas, detrás de estas sensaciones y emociones de estos pensamientos, y sentimientos, hay un Testigo silencioso; es el Amigo inmortal, el que realmente nos desea el bien, el Maestro del mundo, el Gobernante o Señor invisible, el Yogui desconocido, el Poder invisible de la Conciencia. Esta es la única realidad permanente, la verdad viva. Sólo la experiencia de este Ser Supremo puede darte libertad absoluta y paz infinita. Este estado actual de descontento, inquietud, incomodidad y sensación de estar mal con uno mismo y con el entorno se debe únicamente a la pérdida de la compañía de este Amigo inmortal que está en nuestro interior. 

La paz está en el interior. Busca la paz en las cavidades de tu corazón mediante la concentración y la meditación. Si no hallas paz allí, no la encontrarás en ninguna parte. 

Todos los deseos malsanos causan distracciones de diferentes clases; por lo tanto, son enemigos de la Paz. Abandona todo anhelo, egoísmo y deseo antinatural. El hombre que está dotado de gran fe en el Principio Divino y que tiene maestría sobre sus sentidos alcanza la Paz Suprema rápidamente. El único fin de la vida es la obtención de paz y no el logro de poder, nombre, fama y riqueza.

La paz es serenidad absoluta y tranquilidad donde los caprichos, las fantasías, los sueños diurnos, la imaginación, los distintos estados de ánimo, los impulsos, las emociones y los instintos cesan en su totalidad, y el Alma individual descansa en su propia gloria innata y prístina, en un estado imperturbable. 

Por supuesto que no es la condición mental de quietud temporal de la que las personas mundanas hablan comúnmente cuando se retiran por un corto tiempo a una cabaña solitaria, en el bosque, para un breve descanso. 

La paz es el reino de la felicidad infinita y la luz diurna eterna, donde las preocupaciones, la inquietud, la ansiedad y el temor no se animan a entrar; donde toda distinción de casta, credo y color se desvanece en el abrazo del Amor Divino, y donde los deseos y anhelos encuentran su total satisfacción.