Es muy difícil cruzar el Maya. Maya es el ego y el apego a las formas y a los placeres.
El barco para cruzar el océano de Maya es el nombre de Dios.
La flor de la devoción florece cantando, repitiendo, recordando y escuchando el nombre de nuestro amado Señor que brilla eternamente en nuestro corazón!
En cada aliento, recuerda a Dios, canta su nombre, repite su nombre, escucha su nombre y bebe el néctar de la libertad, la paz y la felicidad eternas!