La
Sexualidad Sagrada
La
sexualidad humana es mucho más que los órganos estrictamente sexuales y la
práctica del coito. Constituye una poderosa energía que abarca el cuerpo
entero, despierta y activa facultades conscienciales y tiene en el eje periné –
coxis, como se subrayó en el contexto del Pentáculo Binario, el “asiento” desde
el que -a través de la columna vertebral, el bulbo raquídeo y el sistema de
comunicación compuesto por el cerebro de la cabeza y la glándula pineal- se desparrama por todo el organismo, lo que
ha dado lugar a la antigua tradición en torno a la Kundalini.
Esta
comprensión profunda de la sexualidad llevo hace milenios hablar de la
Sexualidad Sagrada, que nada tiene que ver con la percepción de la sexualidad
como seducción, posesión, complemento y contento del momento: ansia de dominio
(celos), control (renuncia a espacios propios, apropiación), miedo (a la
pérdida) y ámbito egóico de nuestro pequeño yo.
La
Sexualidad Sagrada no es ni caza (instinto masculino) ni apropiación (instinto
femenino). Incluye las relaciones sexuales, pero sabiendo que éstas no son sólo
practicar el sexo, al igual que esta práctica no es sólo copulación. Y en ella,
“hacer el amor” se transforma en Crear Amor: seres libres y plenos que, desde
el Amor que Son, Amor Crean. Y esta libertad y plenitud hace innecesaria la
sexualidad monógama, que, realmente, es una fuente permanente de promiscuidad
sexual. La Sexualidad Sagrada es libre y esta libertad trasciende la
promiscuidad para concentrarse en la conexión vibracional con otro ser con el
que se armoniza frecuencialmente desde la dimensión interior de la persona y
durante el tiempo –días o vidas- en el que esa conexión vibracional se
mantenga.
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Paz, Luz y Amor