LAS ILUSIONES DEL EGO
El ego tiene una capacidad milagrosa para identificarse con todo creando así
diversos tipos de ilusiones. Con la ayuda de tamas (el guna que vela la verdad
en cada situación) y rajas (la cualidad que hace posible suceder la proyección)
el ego crea todas las identificaciones y proyecciones ilusorias.
El ego debido a su naturaleza rajasotamásica oscurece y embota nuestro
Buddhi (intelecto) y su capacidad de discernir lo falso y lo verdadero. Sin el
correcto funcionamiento de nuestro Buddhi el ego se identifica muy fácilmente
con todo.
COMO EL EGO CREA LAS ILUSIONES
El ego crea todas las ilusiones debido a los gunas rajas y tamas y
via la identificación, la proyección, la asociación, la superimpotition,
la imaginación, la falta de discernimiento y de atención.
El ego crea las ilusiones de dos maneras:
Primero: con prestar las cualidades de todo con lo que
se identifica (consciencia, objetos, personas, grupos) y considerarlas como propias. Por
ejemplo, el ego se identifica con la conciencia y superpone sobre sí mismo la
luz de la conciencia creando la ilusión de que el propio ego es consciente de
sí mismo.
Segundo: Todo lo contrario del anterior: El ego proyecta sus propias cualidades (que son las
relacionadas con los cinco cuerpos o envolturas) a todo con lo
que se identifica (consciencia, objetos, personas) (que son las
relacionadas con los cinco cuerpos o envolturas) y crea la ilusión de que
estas cualidades pertenecen a ellos.
Por ejemplo el ego se identifica con la consciencia y superpone a
ella las cualidades del cuerpo físico y por eso decimos: “Me voy a morir”, “Soy gordo”
etc.
Cuando sobrepone las cualilades del cuerpo vital a la consciencia decimos “Tengo hambre”, “Tengo sed”
etc, las cualilades del cuerpo emotional decimos “Estoy triste”, “Estoy enfadado”, las cualilades del cuerpo mental decimos “Soy listo”, “Soy estupido”, etc.
LAS IDENTIFICACIONES CREADAS POR EL EGO
El ego es un virus psicológico que se identifica con los cuerpos (grueso y
sutiles) y sus funciones (corporales, vitales y psicológicas) y los utiliza
para sus propios fines. La fundamenal identificación que el ego causa y que es
la base de todos los demás es la identificación del cuerpo físico con la
consciencia. El ego se identifica simultáneamente con el cuerpo y con la
conciencia y proyecta la vitalidad y la presencia de la conciencia al si mismo
y al cuerpo y las cualidades del cuerpo a la conciencia. Así que el ego nos hace
sentir que somos el cuerpo y como ‘cuerpo-Yo’ somos auto-conscientes. Asi nos
sentimos que nuestro Yo (ego) es sensible y consciente de sí mismo y que la
consciencia es una cualidad del propio ego. Esta es la primera ilusión del ego
y la más fundamental con la cual nos atrapa en el ciclo del placer y dolor y de
las recarnaciones.
Las identificaciones ilusorias del ego relativas al cuerpo, la mente etc.
La identificación del ego con el cuerpo crea la sensación de "el
cuerpo soy yo" ("yo-idad" ) y ocupa el lugar del agente de
todas las acciones realizadas por el organismo. Así crea la sensación ilusoria
de "Yo soy el hacedor".
La identificación del ego con la mente pensante crea en nosotros la
sensación ilusoria de "Yo soy el pensador".
La identificación del ego con la mente emocional crea en nosotros la
sensación ilusoria de "Yo soy el sentidor".
La identificación del ego con lo vital crea en nosotros la sensación
ilusoria de "Yo soy el disfrutador".
La identificación del ego con la mente sensorial crea en nosotros la
sensación ilusoria de "Yo soy el percibidor".
La identificación del ego con el intelecto (buddhi) crea en nosotros la
sensación ilusoria de "Yo soy el conocedor".
Con la identificación del ego con las personas y objetos externos se
desarrolla la "mio-idad". Así decimos mi coche, mi esposa,
mi... Los consideramos como una extensión de nosotros mismos. Cuando los
perdemos experimentamos mucho sufrimiento innecesario.
El ego reclama también como propias las cualidades y capacidades superiores
de nuestra inteligencia. El discernimiento, el amor, la intuición, la
creatividad, la compasión, la devoción no tienen nada que ver con el ego. Todas
estas son cualidades o expresiones de nuestra inteligencia más profunda y la
Mente sáttvica. Pero el ego crea la ilusión de que pertenecen a él. Así
engañados por el ego decimos, “Yo soy compasivo”, “Yo soy devocional”, “Yo soy
inteligente”, etc
LAS ILLUSIONES DEL EGO
Primera ilusión: El ego nos engaña y nos hace sentir que somos el propio ego. Esta es la
ilusión básica y la más fundamental.
Segunda ilusión: El ego debido a su identificación con el cuerpo, crea en nosotros la
ilusión de que somos un cuerpo que tiene una mente para pensar y un corazón
para sentir. Además, el ego nos hace considerar nuestro cuerpo como real y
nuestra identidad verdadera (el Alma) que es consciencia pura como algo que no
existe.
NOTA: Qué es real y qué es irreal
Real es lo que existe por sí mismo (que es auto-existente) y es consciente de sí mismo. Real además es lo que nunca muere, lo que existe en todos los períodos de tiempo (pasado, presente y futuro,) lo que no se somete a ningún tipo de cambio o modificación y existe en todos los estados de conciencia (es decir: estado de la vigilia, del sueño y del sueño profundo).
El cuerpo, la mente y el prana son temporales y subjetivos a cambiar o a morir. No aparecen en todos los períodos de tiempo ni en los tres estados de conciencia. Podemos experimentarlos sólo cuando la luz de la consciencia (la atención o la conciencia) se enfoca en ellos. No son auto-conscientes ni auto-luminosos por lo tanto son irreales. Aparecen como reales porque son impregnados y animados por la consciencia y toman prestada la realidad de la conciencia. Como la luna que no tiene luz por sí misma y brilla sólo porque la luz del sol se refleja en ella, del mismo modo el cuerpo, la mente y el prana parecen ser auto-luminosos porque la luz de la conciencia se refleja en ellos.
Real es lo que existe por sí mismo (que es auto-existente) y es consciente de sí mismo. Real además es lo que nunca muere, lo que existe en todos los períodos de tiempo (pasado, presente y futuro,) lo que no se somete a ningún tipo de cambio o modificación y existe en todos los estados de conciencia (es decir: estado de la vigilia, del sueño y del sueño profundo).
El cuerpo, la mente y el prana son temporales y subjetivos a cambiar o a morir. No aparecen en todos los períodos de tiempo ni en los tres estados de conciencia. Podemos experimentarlos sólo cuando la luz de la consciencia (la atención o la conciencia) se enfoca en ellos. No son auto-conscientes ni auto-luminosos por lo tanto son irreales. Aparecen como reales porque son impregnados y animados por la consciencia y toman prestada la realidad de la conciencia. Como la luna que no tiene luz por sí misma y brilla sólo porque la luz del sol se refleja en ella, del mismo modo el cuerpo, la mente y el prana parecen ser auto-luminosos porque la luz de la conciencia se refleja en ellos.
Tercera ilusión: El ego se identifica con los pensamientos y proyecta en ellos la realidad
de la conciencia. Por eso experimentamos nuestros pensamientos como reales. Lo
mismo hace con las emociones. Estamos engañados de que nuestras emociones son
reales porque el ego proyecta en ellas la realidad de la conciencia.
Cuarta ilusión: El ego se identifica con los pensamientos y las emociones y proyecta a sí
mismo en ellos. Así los consideramos como una extensión de nosotros mismos.
Quinta ilusión: El ego junto con la mente y con la ayuda de rajas guna proyecta las
percepciones sensoriales (de la vista, del oido etc..) como un mundo externo,
cuando en realidad todas la formas y objetos externos son sólo formas mentales;
es decir, el llamado mundo exterior es sólo nuestras formas mentales
proyectadas como un mundo exterior.
El tamas cubre este proceso de proyección y nos impide ser conscientes de
esta ilusión
Sexta ilusión: El ego junto con la mente y el rajas guna proyecta en los objetos externos
cualidades que no tienen. Así nos hace creer que son sólidos y reales, mientras
son sólo un flujo de energía e irreales.
Septima ilusión: Otra gran ilusión del ego es proyectar y sobreponer sobre los objetos
externos las cualidades de felicidad, placer y dolor. A causa de este milagroso
engaño el ego nos hace buscar la felicidad fuera de nosotros mismos. De esta
manera estamos atrapados en la red de los deseos, placeres y sufrimiento.
Por supuesto, la interacción entre la mente y los objetos externos puede
crear sensaciones agradables o desagradables, pero no puede causar felicidad o
placer. Además estas sensaciones (agradables o desagradables) en realidad son
creadas en la mente y sólo por la mente.
El mismo objeto puede ser para una persona agradable y para otra
desagradable. Esto nos indica que el objeto mismo no es agradable o
desagradable. Además el mismo objeto puede ser una vez agradable y otra vez
desagradable. Por ejemplo, si el clima es fresco un abrigo grueso hará que nos
sintamos bien y será agradable. Pero si hace mucho calor el mismo abrigo nos
hará sentir molestias y será desagradable. La leche cuando estemos sanos nos
parece agradable pero cuando estemos enfermos nos da disgustia.
Nuestra constitución física y mental, las experiencias anteriores, las
condiciones externas y el estado de nustra mente determinan lo que puede ser
agradable o desagradable para nosotros en un momento determinado.
Sólo cuando las condiciones externas y nuestra mente, energia vital, cuerpo
y sentidos están sanos y en condiciones correctas la experiencia de sentir los
objetos puede ser agradable.
Mientras las sensaciones agradables son creadas por la interacción de la
mente con los objetos bajo ciertas condiciones, el placer y la felicidad se
proyectan sobre ellos y no tienen nada que ver con los objetos. Sólo el placer
sexual no es una proyeción, aunque el ego proyecta sus pasiones y imaginaciones
en el acto real.
En los objetos no hay felicidad ni placer
En los objetos sensoriales no hay ni felicidad ni placer. La felicidad es
un atributo de nuestra Alma (Consciencia). Pero cuando se cumple un deseo la
mente se vuelve por un tiempo calmada, concentrada e introvertida. En este
estado mental la mente refleja naturalmente la felicidad de nuestro Ser
interior o Consciencia. Pero nosotros no lo reconocemos porque el ego pone un
velo en este proceso y pensamos que experimentamos felicidad porque hemos
conseguido el objeto deseado.
En cuanto al placer que se proyecta sobre los objetos se trata de energia
sexual modificada y cristalizada en el campo energético como placer y pasión.
Por ejemplo cuando comemos una comida que nos gusta, el placer que
experimentamos no tiene nada que ver con la comida misma sino es una proyección
de nuestra pasión en ella.
Esta proyección de felicidad y placer en los objetos externos ocurre debido
a la potencia de rajas guna y no podemos ser conscientes de ello ya que el guna
tamas la encubre. Esto sucede en un abrir y cerrar de ojos y por eso es muy
difícil para las personas ordinarias ser conscientes de ello.
Sólo los meditadores muy avanzados dotados de mentes sattvicas posiblemente
puedan tener la capacidad de ser conscientes de la ilusión creada por los gunas
y el ego.
Cuando, por el aumento de la cualidad sattva en nuestra mente y por la
discriminación (discernimiento) e indagación, nos demos cuenta de esta
proyección ilusoria y comprendamos que nuestro sufrimiento es a causa de los
placeres sensuales, entonces naturalmente podrá surgir en nosotros el desapego
y el desapasionamiento (indiferencia) hacia los placeres sensuales.
La discriminación (discernimiento), el desapasionamiento o indiferencia y
el desapego son los pilares más importantes en la realización del Ser. Sin su desarrollo en un
alto grado la liberación no es posible.
Octava ilusión: El ego proyecta a otras personas sus cualidades y crea la ilusión de que
estas cualidades pertenecen a ellos. Por ejemplo, el ego proyecta su lujuria y
pasión a una mujer o a un hombre y nos hace creer que esta persona es muy
sexual con el fin de excitar la energía y experimentar placer sexual.
El ego también proyecta sus cualidades a los demas y a continuación les
echa la culpa por lo que ve en ellos, y así se esconde de nosotros y no nos
damos cuenta que estas cualidades son de nuestro ego y se hallan en nosotros.
El ego no quiere que la mente consciente lo reconozca porque una vez que
estemos conscientes de ello y nos desidentificamos, perderá el control y la
soberanía sobre nosotros.
Debido a estas proyecciones no vemos a los demás como son, sino como el ego
quiere que los veamos. Las otras personas son sólo espejos que reflejan
nuestras cualidades mentales y emocionales. Las cualidades psicológicas que
vemos a los otros son nuestras cualidades proyectadas a ellos.
Conociendo que los otros reflejan solo nuestras cualidades psicológicas nos
puede ayudar a reconocer las cualidades que llevamos en nuestra mente
subconsciente. Por ejemplo, creemos que no tenemos lujuria pero al mismo tiempo
la vemos a los demás. Esta lujuria que vemos tan claramente a los otros es sólo
nuestra lujuria proyectada a ellos.
Novena ilusión : El ego se enfoqua sólo en una pequeña parte de una situación e ignora todo
lo demás y nos hace creer que la parte es el todo.
Décima ilusión: El ego crea una realidad ilusoria usando varios métodos, a saber: une y
combina los pensamientos según su propia voluntad, añade o quita cosas de lo
que realmente ha sucedido, exagera unos aspectos y subestima otros y viceversa,
y así logra crear su propia realidad ilusoria.
¿Cómo experimentamos la felicidad?
La felicidad se encuentra siempre dentro de nuestro corazón, es un atributo
de la Consciencia, pero no la experimentamos porque nuestra mente está siempre
agitada y extrovertida y siempre estamos en un estado de confusión emocional.
Podemos experimentar la felicidad sólo cuando la mente está tranquila
y descansa en nuestro corazón. Los deseos, los miedos, la ira, etc., mantienen
a la mente siempre agitada y el prana se contrae. Esta condición se experimenta como
sufrimiento.
Cuando se cumple un deseo la mente se vuelve por un tiempo calmada,
concentrada e introvertida. En este estado mental la mente refleja naturalmente
la felicidad de nuestro Ser interior o Consciencia. Pero nosotros no lo
reconocemos porque el ego pone un velo en este proceso. Pensamos que
experimentamos felicidad porque conseguimos el objeto deseado.
Debido al cumplimiento de los deseos podemos experimentar un poco de
felicidad, pero debido a los deseos experimentamos una gran cantidad de
sufrimiento psicológico, servidumbre y separación. No podemos tener deseos y
placeres sin experimentar sufrimiento, porque todos los trastornos y defectos
psicológicos son sólo modificaciones del deseo. El impulso o la energía del
deseo tiene una fuerte vibración que se experimenta como sufrimiento. Además
los deseos son insaciables y no hay manera de estar libre de los impulsos
dolorosos del deseo si tratamos siempre de cumplirlos.
El camino espiritual hacia la felicidad
Por otro lado, hay una manera de disfrutar de la felicidad de nuestro
verdadero Ser interior, sin sufrir consecuencias dolorosas. Este es el camino
espiritual. Mediante la purificación, el auto-control, el discernimiento, el
desapego, la meditación y la auto-indagación podemos conscientemente morar
siempre en nuestro corazón y experimentar el gozo de nuestra propia existencia.
La libertad, la paz y la felicidad es lo que realmente somos, pero el ego y
los deseos nublen nuestra inteligencia y no nos damos cuenta de ello.
El ego es nuestro verdadero enemigo y no los objetos en sí mismos. Si
mediante intensas prácticas espirituales eliminamos de nuestra psicología este
virus psicológico del ego y los deseos podemos experimentar siempre la felicidad,
la paz y la libertad completas.
Este es nuestro destino y nuestra morada eterna.
¡Que Dios te bendiga para realizar tu verdadera naturaleza en esta misma
vida y ser Libre para siempre!
Paz, Amor, Armonia