Los importantes objetivos del trabajo interior momento a momento
El ego se identifica con el cuerpo, la mente, el corazón, los sentidos y el intelecto (inteligencia) y funciona como:
Y al identificarnos con el ego, asumimos respectivamente los papeles del:
1. Hacedor al identificarnos con el cuerpo,
2. Sentidor, disfrutador y sufridor al identificarnos con el corazón (externo e interno),
3. Pensador al identificarnos con la mente y el intelecto,
4. Percibidor y Observador. Al identificarnos con el cuerpo, los sentidos, la mente externa (manas), la mente media (intelecto o inteligencia), y la Conciencia nos convertimos en el Percibidor y el Observador de los objetos sensoriales y las estructuras psicológicas.
¿POR QUÉ LA MEDITACIÓN?
Si nuestra mente estuviera libre de deseos, apegos y pasiones, la meditación sería nuestro estado natural.
Es decir, nuestra mente descansaría natural y espontáneamente en su fuente Atman (Conciencia) y experimentaríamos espontáneamente la paz y la dicha de nuestra naturaleza espiritual y nuestras acciones estarían en armonía con la vida y con todos los seres.
Pero debido a los deseos y al apego a los placeres y experiencias sensoriales, la mente se vuelve extrovertida, identificada y apegada a los objetos sensoriales.
Así, debido a esta extraversión, por un lado la mente no experimenta la dicha y la paz espirituales y, por otro, desarrolla las cualidades egoicas (ira, odio, orgullo, miedo, celos, envidia, engreimiento, impaciencia, resentimiento, cariño, etc.) que causan dolor y sufrimiento.
Es imposible experimentar la paz, la libertad y la dicha, cuando nuestra mente está agitada, distraída y moviéndose constantemente hacia el exterior, salvo algunos raros momentos en que nuestra mente se calma por sí misma debido a ciertas circunstancias. En el sueño profundo nuestra mente también descansa pacíficamente en la Conciencia pura, sin embargo, en el sueño profundo no somos conscientes, por lo que no podemos ser conscientes de la dicha de nuestra verdadera naturaleza.
Así que los sabios, a través de su experiencia, nos han dado varias maneras de retirar la mente de los sentidos y sus objetos y dirigirla al centro de nuestra existencia donde la luz pacífica y dichosa de la Conciencia brilla continuamente sin ser afectada por la programación mental y emocional.
La meditación es, por tanto, el esfuerzo consciente (que acaba siendo sin esfuerzo) de apartar la mente de los objetos, acallarla de las emociones y los pensamientos, y mantenerla enfocada en su centro o fuente, la paz silenciosa de la Conciencia. Al permanecer centrados en el silencio interior nos sumergimos cada vez más en el silencio hasta que nos hacemos uno con él...
Si queremos liberarnos del sufrimiento debemos dejar de ser dominados y engañados por el ego y disolverlo mediante una práctica sincera, diligente e incesante y una vida sátvica.
Esto lo podemos conseguir, en primer lugar, centrándonos en el momento presente no dejándonos identificar y arrastrar por los pensamientos, emociones, deseos e impulsos que surgen automáticamente en nosotros y disolviendo los deseos y emociones y las tendencias egoicas relacionadas con ellos.
Esto se puede lograr estando atentos y conscientes de la presencia silenciosa de nuestro Ser (Conciencia) momento a momento utilizando una variedad de métodos para mantener nuestra atención y mente bajo control para permanecer autoconscientes y observarnos a nosotros mismos, indagar en nuestros pensamientos, emociones, etc. para así tomar conciencia de su naturaleza ilusoria, disminuir su fascinación que ejercen sobre nosotros, apaciguarlos y disolverlos a través de la oración y un mantra del nombre de Dios.
La disolución completa del ego se logra realizando nuestro verdadero Ser y estableciéndonos en el Ser a través del Nirvikalpa Samadhi profundo.
Una vida sáttvica y la meditación diaria por la mañana y por la noche y la auto-indagación, así como otras prácticas como la repetición del mantra, el pranayama, la devoción, el canto de mantras, el estudio y la reflexión sobre las enseñanzas espirituales en casa son la base necesaria para lograr con éxito este esfuerzo.
Las emociones inferiores son hijas del deseo. El apego, el miedo, la ira, el regocijo, la pena o la depresión, el placer y el dolor, como la aversión, la atracción-repulsión, el amor-odio, los celos, la codicia, la vanidad, el orgullo, todos son hijos del deseo.
Sin embargo, el deseo es la naturaleza esencial del Ego. Por lo tanto, todas las emociones inferiores son sólo una expresión del Ego deseoso.
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Sigue el extracto de Swami Sivananda
Las emociones y los impulsos coexisten con el deseo.
El deseo es una fuerza motriz. Es el deseo el que pone en movimiento la mente.
Las emociones son deseos penetrados por el elemento pensamiento. En otras palabras, la emoción es el deseo mezclado con el pensamiento.
Las vibraciones de las emociones despertarán la excitación correspondiente en la materia puramente mental y todos los pensamientos del hombre se verán perturbados y distorsionados.
Cuando hay un deseo, Raga y Dvesha (gusto y disgusto o amor y odio o atracción y repulsión) existen lado a lado en la mente.
Tener emociones en la mente es un síntoma de debilidad. Deben ser controladas por el intelecto y la voluntad.
LA MENTE, SUS MISTERIOS Y SU CONTROL
por Swami Sivananda
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