Las olas y el océano son uno - Nosotros y Dios somos uno
Las olas son uno con el océano. Ambos son agua de mar. Las olas son sólo una expresión del océano. El océano es permanente y las olas son impermanentes. El océano es el sustrato y las olas el fenómeno que aparece debido a y en el sustrato. Pero las olas nunca dejan de ser el océano.
Del mismo modo somos una ola en el océano de consciencia-dichosa. Nosotros, como seres humanos somos los dos: el océano de consciencia-dichosa y la ola -una entidad cuerpo-mental.
Entre el cuerpo y la consciencia surge el ego. El cuerpo y el ego son insensibles, no permanentes, cambiantes y sujetos a la muerte. La consciencia es auto-existente, sensible, inmortal y eterna y es el sustrato permanente en que aparecen las olas no permanentes, es decir, los seres humanos como entidades cuerpo-mentales y todos los demás seres.
Debido al ego no nos damos cuenta de que somos no sólo la ola impermanente (la entidad cuerpo-mental), sino también el océano de la consciencia-dichosa.
El ego nos hace percibir y creer que somos una entidad separada que existe independiente de su sustrato -la consciencia.
El ego nos hace creer que la consciencia es una característica de la entidad cuerpo-mental; por lo tanto no nos damos cuenta de que la consciencia es infinita, ilimitada, indestructible y que es la esencia común en cada uno de nosotros, y el sustrato común de todos los seres, de la misma manera que el océano es el sustrato común de todas las olas.
El agua de cada ola es el agua del océano. No hay muchas aguas ni muchos océanos. Hay muchas olas pero hay sólo un agua que aparece como distintas olas. La única agua aparece como muchas olas; cada ola aunque pueda tener diferente forma y tamaño está hecha de la misma agua.
Del mismo modo, la esencia de cada uno de nosotros es la ilimitada, infinita consciencia-dichosa. No hay muchas consciencias; cada ser no tiene su propia consciencia individual o personal. La única conciencia indivisa, ilimitada y sin forma se expresa en las infinitas formas-olas (todos los seres). Hay muchos cuerpos y muchas mentes; cada ser humano es una ola cuerpo-mente diferente, pero la consciencia única-no dual es el sustrato común de todos los cuerpos y mentes.
No hay separación entre nosotros y la consciencia ni entre unos y otros. Todos somos expresiones de la única, indivisa e infinita consciencia y esta misma consciencia somos. Somos a la vez la ola y el océano, la forma y la no-forma, lo finito y lo infinito; somos la forma finita por un corto tiempo y lo informe infinito, la consciencia, para siempre.
Pero el ego crea en nosotros la ilusión de que somos sólo el cuerpo y la mente, que la consciencia está limitada al cuerpo y la mente, que la consciencia es algo individual y personal distinto de la consciencia de nuestros semejantes.
Por lo tanto, todo el proceso de la espiritualidad es darnos cuenta de que no sólo somos la ola, sino también el océano; que somos no sólo la apariencia (una forma de cuerpo-mente limitada), sino también el sin forma espacio vacío de la consciencia eterna que nunca nace y nunca muere. La consciencia está más allá del nacimiento y la muerte y es libre de cualquier tipo de limitación y sufrimiento; es un océano de paz y bienaventuranza ilimitada y eterna.
La realización de la unicidad de la ola-hombre con la consciencia-océano puede tener lugar cuando el factor que crea la ilusión de la separación (el ego) deja de existir en nosotros. Podemos superar la ilusión temporalmente por medio de profunda meditación y Samadhi y permanentemente con la completa disolución del ego. Libres del ego experimentaremos para siempre y sin interrupción alguna la bienaventuranza y la paz eterna de nuestra esencia.
Paz, Luz y Amor