sábado, 17 de septiembre de 2016

El deseo y la lujuria son las causas del sufrimiento humano ~ Atman Nityananda


El deseo y la lujuria son el principio, el medio y el fin del sufrimiento humano

En primer lugar el deseo crea en nosotros un sentimiento de insuficiencia, de que falta algo, un sentimiento de insatisfacción, inquietud y hastío que es el principio del sufrimiento.

Posteriormente, el sufrimiento de deseo toma la forma de expectativas, imaginaciones, impaciencia, ansiedad y agitación mental (pensamiento compulsivo). Eso sucede cuando el impulso del deseo surge en nuestra mente y corazón.

Por último, el sufrimiento de deseo toma la forma del miedo, la ira y la depresión.

El miedo surge cuando existe la posibilidad de no conseguir el objeto deseado o de perderlo cuando hemos tenido éxito en conseguirlo. Además el deseo mismo se transforma en ira cuando algo o alguien oculta la satisfacción del deseo.

Si perdemos o no conseguimos el objeto deseado, el deseo mismo se modifica en ira, odio, agresividad, violencia, seguido por la decepción, la depresión, la tristeza, etc.

Normalmente, cuando se cumple el deseo existe por un tiempo una sensación de euforia, satisfacción, alegría, y, posiblemente, felicidad que son seguidos nuevamente por los sentimientos de vacío, ausencia, descontento, inquietud y miedo a perder el objeto deseado.

De esta manera, se crea un círculo vicioso por el deseo que comienza y termina con el sufrimiento. Sólo hay algunos intervalos en los que nos sentimos contentos, felices o tranquilos y que duran muy poco.

Este círculo vicioso del sufrimiento creado por el deseo continua sin interrupción hasta que seamos conscientes de ello y por la práctica diligente nos liberamos de él.

Es muy importante mencionar aquí que el deseo nos mantiene en sus garras al hacernos creer que la felicidad y el placer son inherentes a los objetos de los sentidos y las situaciones externas.

Esta es la mayor ilusión porque no hay ni un ápice de placer y felicidad en los objetos. El ego-deseo crea esta ilusión por proyección, asociación, superposición, identificación e imaginación.

La falta de discernimiento y la falta de atención mantienen este juego del ego y deseo fuera de nuestra observación consciente; y de esta manera el mecanismo del deseo funciona sin obstáculos.