Aquél que es regular en su meditación
y que es desapegado y perspicaz no puede tener una caída. Está cercano a la
inmortalidad o Nirvikalpa Samadhi.
Aquél que es descuidado y
lleva una vida despreocupada de disipación está en el sendero de la muerte.
Aquél que es cuidadoso y atento, que se deleita en la reflexión y en investigar
sobre el Ser está en el sendero de la inmortalidad o beatitud eterna.
El amor es una fuerza divina. Es
el poder más grande sobre esta tierra. El amor une, redime y salva. Está
absolutamente libre de cualquier tinte de egoísmo. Nunca regatea ni espera
nada. Fluye espontáneamente de un corazón puro como la Ganga. Siempre da y da
al igual que el sol. Nunca toma nada.
Aquellos que son veraces y puros no
mueren. Aquellos que son falsos y lujuriosos es como si ya estuvieran muertos.
Los aspirantes sedientos que
están dotados de desapego y discernimiento se deleitan en la meditación y se
regocijan en el Atman interior.
No persigas la vanidad mundana.
Sé humilde y simple. Medita seriamente, elévate a las alturas de la sabiduría
de los Upanishads y goza de la bienaventuranza eterna del Nirvikalpa Samadhi.
Esta es la forma y el único camino hacia la paz.
Vigilante entre los descuidados,
despierto entre los que duermen, controlado entre los indulgentes, reflexivo
entre los que no piensan, el aspirante sabio avanza valientemente, alcanza la
meta y obtiene inmortalidad y beatitud eterna.
Paz, Luz y Amor