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jueves, 26 de septiembre de 2013

Deseos y sufrimiento por Nityananda Atman


 Deseos y sufrimiento
por Nityananda Atman

Buda dice: "El mundo está lleno de deseos, que generan sufrimientos”.

El deseo es la raíz del sufrimiento

 Cada experiencia placentera está grabada en la memoria como una impresión (imagen y pensamiento), junto con la sensación de placer asociada.

Después de repetir varias veces la misma experiencia placentera o desde el primer momento, si la experiencia fue lo suficientemente intensa, este recuerdo de placer se convierte en lujuria, a saber, el deseo de volver a sentir el mismo placer.




Mediante un estímulo externo o interno el placer memorizado o lujuria se activa y toma la forma de un impulso que nos impulsa a buscar y poseer de nuevo el mismo objeto con el fin de experimentar placer una vez más. A este impulso lo llamamos deseo.
En el momento en que conseguimos el objeto y estamos en contacto real con él, el deseo se modifica y adopta la forma de pasión y así se intensifica la experiencia de placer.


  • En resumen, el propio placer memorizado se modifica como lujuria, deseo y pasión. Los tres son la misma energía asumiendo diferentes formas.

No es algo extraño que estas modificaciones de la energía-placer puedan suceder. Hay ejemplos similares en el plano físico, por ejemplo en el agua. La misma sustancia del agua que es H2O puede adoptar diversas formas, tales como el hielo, la nieve, la humedad, las nubes, etc. Del mismo modo la energía del placer puede asumir la forma de lujuria, deseo, pasión, "yoidad" y todas las demás expresiones del ego como la ira, el miedo, la codicia, la impaciencia, la depresión, etc.

Después de cada repetición de placer, la lujuria, el deseo y la pasión se vuelven más y más fuertes. Después de algún tiempo se convierten en una entidad psicológica que funciona independientemente de nuestra voluntad consciente, la razón y la elección.

Nos convertimos en una víctima de esta entidad psicológica que emplea mal y abusa de nuestros sentidos, el cuerpo, la mente y la energía y nos llevan también a cometer acciones pecaminosas.

Este mecanismo de placer también crea en nosotros todas las cualidades negativas (ira, miedo, celos, codicia, egoísmo, violencia, odio, tristeza, depresión, etc) que causan innumerables sufrimientos de todo tipo.

La consecuencia del deseo y la lujuria del ego es el sufrimiento en forma de enfermedades corporales, enfermedades psicológicas y todo tipo de trastornos psicológicos, tales como la ira, el miedo, la depresión, la tristeza, la impaciencia, la irritación, el odio, la codicia, los celos, la agresividad, etc, que son sólo modificaciones del deseo en sí. El pensamiento compulsivo está siempre asociado e interrelacionado con los impulsos emocionales.

El ego y los deseos crean sufrimiento mediante tres formas:

1. Por la transformación del propio deseo en cuerpo-dolor; a saber, ira, miedo, depresión, codicia, celos, tristeza y todos los demás trastornos psicológicos conocidos. Estos trastornos psicológicos cuando se activan nos provocan sufrimiento.

2. Por cometer actos pecaminosos con el fin de satisfacer nuestros deseos. Estas acciones crean situaciones y condiciones dolorosas en el futuro (karma). Podemos reencarnar por ejemplo en un cuerpo enfermo, o en una familia o país problemáticos.

3. Mediante el uso excesivo y mal uso de los sentidos, del cuerpo, la mente y el prana. Esto provoca enfermedades físicas, vitales y mentales.

El deseo y la lujuria son el principio, el medio y el fin del sufrimiento humano.

En primer lugar el deseo crea en nosotros un sentimiento de insuficiencia, de que falta algo, un sentimiento de insatisfacción, inquietud y hastío que es el principio del sufrimiento.

Posteriormente, el sufrimiento de deseo toma la forma de expectativas, imaginaciones, impaciencia, ansiedad y agitación mental (pensamiento compulsivo). Eso sucede cuando el impulso del deseo surge en nuestra mente y corazón.

Por último, el sufrimiento de deseo toma la forma del miedo, la ira y la depresión.

El miedo surge cuando existe la posibilidad de no conseguir el objeto deseado o de perderlo cuando hemos tenido éxito en conseguirlo. Además el deseo mismo se transforma en ira cuando algo o alguien oculta la satisfacción del deseo.

Si perdemos o no conseguimos el objeto deseado, el deseo mismo se modifica en ira, odio, agresividad, violencia, seguido por la decepción, la depresión, la tristeza, etc.

Normalmente, cuando se cumple el deseo existe por un tiempo una sensación de euforia, satisfacción, alegría, y, posiblemente, felicidad que son seguidos nuevamente por los sentimientos de vacío, ausencia, descontento, inquietud y miedo a perder el objeto deseado.

De esta manera, se crea un círculo vicioso por el deseo que comienza y termina con el sufrimiento. Sólo hay algunos intervalos en los que nos sentimos contentos, felices o tranquilos y que duran muy poco.

Este círculo vicioso del sufrimiento creado por el deseo continua sin interrupción hasta que seamos conscientes de ello y por la práctica diligente nos libramos de él.

Es muy importante mencionar aquí que el deseo nos mantiene en sus garras al hacernos creer que la felicidad y el placer son inherentes a los objetos de los sentidos y las situaciones externas.

Esta es la mayor ilusión porque no hay ni un ápice de placer y felicidad en los objetos. El ego-deseo crea esta ilusión por proyección, asociación, superposición, identificación e imaginación.

La falta de discernimiento y la falta de atención mantienen este juego del ego y deseo fuera de nuestra observación consciente; y de esta manera el mecanismo del deseo funciona sin obstáculos.


La familiar sensación "yo soy el cuerpo" o "el cuerpo soy yo", conocida como "ego" o "yoidad" es creada por el mecanismo del placer. Este placer-energía en forma de "yoidad" o ego nos identifica con el cuerpo físico y nos hace creer que somos el cuerpo físico, mientras que en realidad es la consciencia auto-existente la que anima el cuerpo y le da vitalidad.

El gusto-disgusto, atracción-aversión y el apego son también acompañantes y modificaciones del mecanismo del placer-lujuria-deseo-pasión.

Cuando el cuerpo físico muere todas aquellas entidades psicológicas de lujuria, deseo, ira, miedo, codicia, orgullo, etc no mueren sino que encarnan en un nuevo cuerpo físico creado similarmente a sus experiencias contenidas.

Si no somos conscientes del mecanismo del ego, este samsara de nacimiento y muerte, placer y sufrimiento continúa en la eternidad. Vida tras vida el mecanismo del deseo y todas las negatividades creadas por el deseo aumentan dramáticamente y el sufrimiento se vuelve insoportable. Sólo tienes que encender la televisión o navegar por Internet para ver a las criaturas humanas sufrir de innumerables maneras y hace también que la madre tierra y otras especies sufran.

Y todavía no estamos en la cima del sufrimiento de esta raza humana. A medida que el ego crece en las próximas generaciones vamos a enfrentarnos desgraciadamente con cantidades aún mayores de sufrimiento.

Sólo hay una manera de escapar de esta forma de vida miserable; purificar nuestra mente y corazón de todas las cualidades del ego, para realizar nuestra verdadera naturaleza que es consciencia e idéntica con la consciencia divina y vivir con amor, paz y armonía tanto dentro como fuera.

¡Que Dios te bendiga para que realices la verdad en esta vida!

~ Nityananda


 Paz, amor, armonia