Dos cosas son
pricipalmente la raiz de nuestro sufrimiento:
1. La necesidad compulsiva de ser aceptados, reconocidos y
aprobados por los demás.
2. Los deseos. Básicamente el deseo de ser superior o
especial y el deseo de los placeres sensoriales.
Ambas cosas se basan en
la identificación ilusoria con el cuerpo físico (que nos hace creer que somos
un cuerpo-Yo) y en la ignorancia de nuestra naturaleza verdadera -el Ser divino
o Atman.
El deseo de ser superior y la nececidad compulsiva de aprobación
El deseo de ser
superior y la necesidad compulsiva de aprobación están relacionadas pero son
dos cosas distinctas.
La nececidad compulsiva de aprobación y aceptación
Debido a la ignorancia de nuestro Ser verdadero y la identificación con el cuerpo creamos una auto-imagen falsa e ilusoria basada en características corporales, capacidades mentales, posesiones y logros.
El comportamiento de nuestros padres, parientes y maestros contribuyó muchísimo a la creación de esta falsa auto-imagen y la necesidad de aprobación de los demás. Sus palabras, afirmaciones, sugerencias y acciones desempeñaron un papel importante en la creación de nuestra auto-imagen y autoestima, porque la mente infantil es vacia y abierta y lo absorbe todo involuntariamente. Además, como niños nos aceptaban y nos mostraban amor y cariño cuando nos comportábamos de la manera que nuestros padres y maestros encontraban aceptable o razonable -según sus conceptos y sus creencias sobre lo bueno y lo malo de la vida. Así poco a poco se crearon en nuestra mente subconsciente patrones de comportamiento según las condiciones de nuestro entorno familiar. Hoy en día, un factor que influye mucho en la creación de la falsa auto-imagen son los medios de comunicación.
Desde niños, por
tanto, nos hemos programado de buscar la aceptación y la aprobación de los
demás. Esto sucede inconsciente y compulsivamente y causa en
nosotros una contracción emocional que asume la forma de inquietud,
inseguridad, ansiedad, inferioridad, agustia, vergüenza, miedo etc. Ahora, para superar esta
contracción emocional y sentirnos “bien” pedimos inconscientemente la
aceptación o la aprobación de los demás de muchas diferentes maneras
y comportamientos.
Necesitamos
que nos acepten y que nos aprueben en todos los aspectos que creemos
que son importantes para nosotros, es decir, en las cosas que relacionamos con
nuestra auto-imagen. Estas pueden ser el cuerpo físico (el pelo, la cara, el
poder de musclos, los ojos, la voz, la altura etc.), o nuestras ideas,
preferencias, capacidades corporales y mentales, y aún la ropa que llevamos, nuestras
posesiones, el origen, los estudios y conocimientos, etc.
Para que nos acepten podemos hacer también cosas que no son apropiadas para nuestro bienestar, pero las hacemos solo para ser (o creer que somos) aprobados por los demás. Al ego le cuesta mucho dañarle la auto-imagen y rechazarlo. Nuestro ego quiere que los demás tengan buena opinión sobre nosotros y está muy preocupado por lo que los demás piensen (sobre nosotros). Por eso la inseguridad está casi siempre presente en el fondo de la mente y especialmente en situaciones nuevas donde el ego no sabe cómo piensan los demás y qué maneras de comportamiento ellos creen convenientes.
También, a causa de esta programación subconscinete nos encontramos casi siempre en dudas sobre nuestro valor. Como he dicho anteriormente, para asegurarnos de que somos adecuados, bien evaluados y suficientes hacemos muchas cosas con el fin de tener reconocimiento, aceptación y aprobación. Una vez tenerlos, superamos (temporalmente) las dudas y el sentimiento de carencia y confirmamos nuestro valor. Pero el patrón subsconciente sigue ahí, funcionando como una máquina que nunca para. Una y otra vez (según la fuerza de este patrón, las asociaciones y las experiencias personales de cada uno) genera la misma necesidad de aprobación y aceptación. Este patrón funciona tal como las adicciones con la comida, bebida etc., o sea, tiene su propio tiempo recurrente de expresión. Y quiere alimentarse con el mismo tipo de energía y experiencias.
El deseo de ser superior o especial
Para que el ego pueda
satisfacer su necesidad de sentirse adecuado, suficiente, seguro, evaluado y también
superior, importante, especial, muy a menudo compara, juzga negativamente o critica a los demás. Y
sobre todo las cosas que están relacionadas con nuestra auto-imagen y nuestras
experiencias.
Cuando el ego compara,
intenta encontrar cosas que afirmen que es mejor o más especial de los
demás. Y cuando el ego está convencido (o cree que está convencido) de que
sí es superior y mejor, siente un alivio de las emociones
contractivas y una sencación que es especial o importante. Esta auto-afirmación
que somos superiores en comparación a los demás nos da también (en realidad le
da a nuestro ego) una sensación de satisfacción muy engañosa.
La critica negativa
tiene también el mísmo objetivo. El ego a través de la critica se siente mejor
o superior. ¿Porqué? Porque cuando les criticamos a los otros automáticamente
nos encontramos en una posición más alta que ellos -considerandolos inferiores
ya que tenemos la autoridad de juzgarlos.
El ego siente una gran satisfacción y placer cuando cree que es superior de los demás o es o especial. Por eso el ego trata de demostrar, de todos modos, su soberanía que es algo muy especial. Cada vez que el ego logra ser reconocido por los demás siente una gran euforia y satisfacción. Por eso el ego nos impulsa hacer cosas que nos hagan famosos o reconocidos en la más amplia escala. Esto es muy obvio en los jugadores de futbol, de tenis y en los deportes en general y también en los actores, los maniquíes y los políticos.
El ego sufre cuando
no es reconocido y para alcanzar el reconocimiento puede hacer no solo cosas ‘aceptables’
sino además cosas dañinas para él y para los demás.
Por supuesto, esto lo hace el ego, pero debido a nuestra identificación con el ego creemos que somos nosotros los que lo hacemos, creemos que es una acción nuestra voluntaria y consciente! ¡Y esto es la mayor ilusión del ego! Es decir, el ego nos hace creer que sus pensamientos, sus emociones, sus palabras y sus acciones son nuestras y nosotros somos el ego mismo.
Él que cree que estos
pastrones egóicos subconscientes no suceden en su psigología ya es muy
engañado por su ego y sufre por estos patrones sin ni siquiera darse cuenta de
eso.
A causa de la ignorancia de nuestra naturaleza verdadera (que es felicidad, libertad, plenitud, paz y amor absoluta) buscamos la felicidad y la plenitud fuera de nosotros en objetos sensoriales, relaciones, posesiones y en todas las situaciones mundanas que consideramos agradables o favorables para nuestro bien.
Pero las cosas del
mundo son finitas y condicionadas y pueden ser sólo agradables o desagradables,
placenteras y dolorosas, no contienen ni felicidad, ni plenitud. Además están sujetas
al nacimiento y la muerte y un dia tendremos que perder todas las cosas -incluso
nuestro cuerpo.
Es muy obvio que no
podemos experimentar amor, libertad, paz y bienaventuranza que son infinitas, a
través de las cosas y las experiencias que son limitadas, finitas y condicionadas.
Lo que es finito no puede darnos algo infinito. Solo lo que es infinito puede
darnos la experiencia de infinidad· solo lo que es bienaventuranza puede darnos
la experiencia de la bienaventuranza· solo lo que es libertad puede liberarnos
de las ilusiones creadas por el ego y sus vanos deseos.
Nosotros creemos que
las cosas del mundo nos hacen felices debido a la falta de discernimiento y al
velo que pone en nuestra mente la cualidad tamas
(*tamas guna en sánscrito, es la
cualidad que oscurece y cubre la verdad). La cualidad tamas tiene la capacidad de ocultar la verdadera naturaleza de
nuestras experiencias así como nuestro Ser.
¡La mayor ilusión es
la creencia que la felicidad que experimentamos cuando logramos un objeto (o
una situación) que deseabamos, se debe a
este objeto o esta situación que acabamos de lograr! Pero esto no es verdad, es
solo una ilusión creada por el ego mismo y el tamas guna. Lo que pasa cuando ya tenemos lo que deseamos es que la mente temporalmente se calma y descansa
en su centro (la consciencia) y en esta condición la mente disfruta
parcialmente de la felicidad y la plentitud de la consciencia.
Pero, debido al tamas guna y al engaño
del ego, creemos que la felicidad que sentimos se debe al objeto mismo y por
eso seguimos buscando la felicidad en los placeres sensoriales, donde hay un
poquito de placer ilusorio mezclado con mucho sufrimiento.
Las cosas del mundo pueden
contribuir a nuestro bienestar solo bajo ciertas condiciones y
de una manera limitada. Por ejemplo, si usamos nuestra mente, energía, cuerpo y sentidos concientemente y de una
manera apropiada en relación a los
objetos sensoriales, podemos sanarnos y crear armonía y equilibrio mental y
emocional. Este equilibrio nos ayudará a hacer meditación y auto-indagación con
el fin de realizar nuestro Ser verdadero y experimentar libertad,
plentitud y bienaventuranza sin limites.
Cómo vivir para realizar la libertad y la dicha del Ser
Para superar las dos causas del sufrimiento que en este texto he mencionado, y en general todo lo que causa sufrimiento, es imprescindible ser más conscientes de nosotros mismos. Por medio de prácticas específicas tenemos que desarollar las capacidades de nuestra inteligencia (buddhi) y controlar los sentidos y la mente pensante y emocional. Tenemos que mantener nuestro cuerpo físico sano y fuerte. Al mismo tiempo, tenemos que alimentar nuestra mente con impresiones sáttvicas (*sattva guna en sánscrito, es la cualidad de la luz, la claridad y la armonía que nos ayuda a desarollar las capacidades superiores de la mente), eliminar las toxinas psicológicas y despertar los estados superiores de consciencia.
Para incrementar la
cualidad sattva en nuestra mente es
también imprescindible tener relaciones, conexiones y asociaciones sáttvicas en
todos los aspectos de la vida. Una vida sáttvica es la fundación de una vida
sana y llena de paz, luz, amor, armonia y felicidad.
Es necesario también descubrir y eliminar todos los patrones del ego que están escondidos en la mente subsconsciente. Hay varias prácticas con las que podemos purificar nuestra mente subconsciente (chitta) pero lo más importante -y el centro de las prácticas espirituales- es estar alerta auto-observando momento a momento nuestros pensamientos, emociones, estado de ánimo y energía vital y al mismo tiempo estar conscientes de nosotros mismos.
Para reconocer a nuestro
Ser verdadero (no hablo sobre el yo o ego)
es necesario desarollar la capacidad de discernimiento y hacer la mente pura,
aguda y enfocada. Con una mente bien preparada, podemos practicar la investigación discriminante
y enfocada y la auto-indagación que nos permitirán por una parte descubrir
y disolver las identificaciones creadas por el ego y por otra parte
despertarnos y establecernos en nuestra naturaleza verdadera.
¡Que Dios te bendiga
alcanzar la libertad, la paz y la bienaventuranza eterna!
Paz, Luz y Amor
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